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lunes, 26 de marzo de 2012

Las imágenes de la mente



  1. INTRODUCCIÓN

    En el capítulo anterior intenté analizar qué tipo de espacio conceptual era necesario para que diferentes definiciones teóricas de Psicología quedaran implicadas. En éste quiero desarrollar una tesis que, en términos de aquellos análisis, debería ser considerada como una definición hiperbólica, es decir, aquella donde deliberadamente se destaca algún rasgo o atributo del objeto que es juzgado relevante pero hasta ahora ha sido poco advertido[2].
    Su enunciado afirma: la Psicología es la ciencia de generar imágenes plausibles sobre lo mental. En otros términos: la tesis propone que imaginar la mente (en forma adecuada, convincente, razonable o probable, etc.) constituye el núcleo de la gran empresa de la Psicología.
    El sentido del capítulo es, entonces, desarrollar su significado; proceder a su demostración y analizar sus implicancias.
  2. El significado de la tesis sobre Psicología e imaginación

    En primer lugar, para esclarecer el significado de la referida tesis, debe acordarse respecto a una categoría genérica a la que adscribirla. Decir que la Psicología es la ciencia de generar imágenes plausibles sobre lo metal puede interpretarse como una afirmación descriptiva tanto de lo que la esta disciplina hace o hizo, como una afirmación prescriptiva de lo que debería hacer. En este caso, se trata de ambas cosas, y aún de algo más, que por su parte las engloba: la Psicología no puede dejar de hacer lo que afirma la tesis, es decir, a modo de corolario, cualquier intento de hacer Psicología es un intento de arribar a una determinada imagen sobre la mente.
    En segundo lugar, hay que aclarar el significado de algunos términos. Respecto al término "mente" ya he adelantado algunas definiciones en el capítulo 1 al cual remito (ver en particular la Nota 8). Lo único sobre lo que me parece necesario insistir es que utilizo el término de manera genérica de forma tal que también incluya al adjetivo "mental". En el presente contexto ello implica afirmar que la Psicología se ocupa tanto de elaborar una imagen de la mente como estructura y función (lo que incluye las imágenes de aspectos parciales tales como subsistemas, mecanismos, estados, operaciones, principios de desarrollo, etc.), así como las imágenes sobre su naturaleza, es decir sobre lo que habitualmente se denomina lo mental o lo psicológico.
    Repecto al calificativo de plausible, la respuesta es obvia: lo que se está considerando es la actividad de una pretendida ciencia y no de una libre actividad de la fantasía.
    Respecto al concepto de imaginación, por resultar central, se le dará un tratamiento especial en el apartado III.
    Ahora es necesario aclarar el significado de la tesis en el sentido propio de ello, es decir: en términos de una proposición a ser demostrada, en la cual algo se predica de otra cosa.
    En este sentido, lo que se afirma es que lo definitorio a la Psicología es la existencia de un virtual proceso que desemboca en una imagen plausible sobre la mente. Dicha imagen puede homologarse al estado ideal a alcanzar al término del proceso cuyo estado inicial -en consonancia con la tesis- no puede ser otra cosa que una imagen provisional que se juzga insuficiente o por lo menos perfectible. El intento de la Psicología sería arribar a una imagen de la mente que resulte mejor definida y de mayor plausibilidad (ver fig. 1). De modo que, en estos términos, lo que se afirma es que la Psicología se define mejor por un tipo particular de problema a resolver, que por la mención a un objeto y método determinados (aunque obviamente ambas cuestiones estén implícitas).
    Así las cosas, la tesis podría llegar a parecer desconcertantemente obvia, razón por la cual se justifica un último comentario. Tal como se analizará en el próximo apartado, si se hubiera utilizado la expresión "formar ideas" en lugar de "imaginar" ello hubiera sido casi conceptualmente equivalente. A su vez, en esa línea, el tránsito desde "formar ideas" hacia "conocer" volvería a resultar apenas estrecho. Sin embargo, ahora la distancia semántica entre imaginar y conocer es apreciable, mientras que por la resonancia de significados parece tratarse de cosas bastante diferentes. En términos conceptuales, insisto, no existe problema en homologar las anteriores expresiones como caracterizaciones legítimas del proceso de formular teorías psicológicas, sino a condición de no desvirtuar el sentido de definición hiperbólica al que se está refiriendo la tesis. De esa manera, la eventual originalidad de ésta radica en la interpretación literal de lo se que afirma. Sin duda, el imaginar constituye un caso particular del conocer, de lo cual se desprende que habrá que demostrar por qué en Psicología lo último tiende a asumir la forma de lo primero; y, fundamentalmente, habrá que aclarar qué significa precisamente imaginar la mente.
  3. La naturaleza de la imaginación

    1. Psicología de la imaginación e imaginación de lo psicológico

      Es sabido que la imaginación constituye uno de los tantos fenómenos psicológicos y que desentrañar su naturaleza constituye uno de sus problemas más intrincados, a resolver en un capítulo denominado "psicología de la imaginación". Ese capítulo debería además ocuparse del tema particular de la imaginación aplicada al estudio de lo psicológico, tarea que se situaría a un nivel más específico que el de la indagación epistemológica sobre el objeto y método de la Psicología. En otros términos, esa hipotética disciplina debería ocuparse de cuestiones tales como los procesos y tipos de imaginación implicados en la conceptualización de lo psicológico como objeto de estudio, planteando preguntas del tipo: ¿que procesos imaginísticos (y extraimaginísticos) se involucran al imaginar la mente?, ¿son del mismo o de diferente género de aquellos por los cuales imaginamos el universo físico; y de ser así, de cuál o cuáles exactamente?
      Para enfocar la cuestión desde una óptica ligeramente diferente, refiramos una afirmación que resulta a todas luces familiar: la imaginación científica es básicamente productora; explicar es postular imaginísticamente algo, tal que su existencia haga más inteligible y comprensible lo observable.
      Sin embargo se asiste a una casi absoluta laguna teórica respecto a las relaciones genéricas entre imaginación y ciencia, extensible por ende a la Epistemología. Si bien en esta última existe un capítulo dedicado al análisis de la imaginación científica (Holton, 1982), como suele ocurrir con muchos otros de sus abordajes, aquél se circunscribe casi exclusivamente a la imaginación en física y otras ciencias naturales.
      Pero la imaginación de lo psicológico parece tener profundas especificidades, al punto tal que -amparados en el presente contexto- no resulta abusivo decir que el problema de la Psicología es el problema de las posibilidades y los límites en el proceso de imaginar lo mental.
      Por todo lo dicho, resultará justificado realizar aquí un repaso de algunas ideas fundamentales alrededor del concepto de imaginación. Para ello comenzaremos por revisar algunas definiciones. El segundo paso consistirá en el análisis de algunas clasificaciones que resulten útiles a los presentes propósitos. Sucede que dentro el amplio ámbito de los productos de la imaginación, el que nos ocupa -entre otras singularidades:- posee éstas: a- parece existir en un plano óntico; b- es, en un plano gnoseológico, algo a lo que no parece posible acceder por percepción o aprehensión directa (en términos de objeto de estudio genérico, es decir, por ahora, independientemente de la posibilidad individual de acceso introspectivo directo); c- es, por último, algo que se propone como objeto de una pretendida ciencia.
      De manera que, por simetría lógica, será necesario conceptualizar un tipo particular de imaginación para categorizar algo que se supone existe, pero cuya determinación debe ser lograda de manera indirecta ordenado los diferentes fragmentos de imágenes, a su vez obtenidos de manera mediata, y que -además- haga justicia a la naturaleza ontológica que en algún punto del proceso se está atribuyendo. En suma, una tarea no desprovista de dificultades.
      Es por ello que me detendré especialmente en la conceptualización de una imaginación productiva como diferente a una reproductiva; una imaginación acompañada por un proceso de atribución de existencia como diferente a la mera concepción de productos imaginísticos; una imaginación proveedora de productos genéricos distinta a una dadora de productos específicos, a su vez correlacionada con el grado de determinación de los productos; y -por último- una imaginación aplicada a lo psicológico como distinta de aquella relativa a objetos y acontecimientos físicos, a objetos meramente existentes en un plano lógico-simbólico.
    2. Definiciones preliminares de imaginación

      En la medida en que el núcleo de la cuestión gira en torno al concepto de imaginación, adentrarse en el análisis de los múltiples significados del término resulta una tarea obligada.[3]
      Comenzaré entonces por referir algunas definiciones preliminares.
      En un sentido amplio, la imaginación puede ser entendida como la capacidad de generar, procesar y transformar imágenes. (González, 1989).
      Según el diccionario Warren, imaginación es la "reorganización de datos procedentes de experiencias pasadas y de una experiencia ideacional actual"; agregándose esta aclaración: "Contr. a razón. Algunos distinguen la imaginación de la fantasía, pero no hay coincidencia de criterios". (Warren, Diccionario de Psicología).
      Por su parte, Velazco Suarez (1974 ) prefiere la expresión "actividad imaginativa" para referirse al fenómeno que aquí se viene considerando imaginación y la define así: [la actividad imaginativa es] "El conjunto de nuestros procesos de la actividad psíquica en los que la producción de imágenes constituye un elemento necesario y permanente de su manifestación[4]". En el análisis que realiza este autor, la imaginación aparece doblemente diferenciada, por un lado de la percepción y por otro del pensamiento; de la primera por la ausencia del objeto, del segundo por su característica cuasi sensorial o cuasi-perceptual. Es por esa razón que la actividad imaginativa queda ubicada dentro del continuo que comienza en la percepción y culmina en el pensamiento abstracto.
      El término "imagen" no se halla comprometido con ningún tipo particular de modalidad representativa, sea esta visual, táctil, interoceptiva, etc.; sino que se refiere genéricamente a cualquiera de ellas. No obstante, también es cierto que existe algo así como un "prototipo" o "modelo standard" del acto imaginativo profundamente comprometido con el carácter visual. De esta manera, muchas veces se tiende a homologar imaginación a imaginación visual. Para muchos, ésto es una herencia epistemológica que proviene -entre otros antecedentes- de la concepción platónica sobre el conocimiento, como un tipo de contemplación eminentemente visual (Fatone, 1960). Esa concepción, provenga de donde proviniere, estaría incorporada a nuestra epistemología ingenua[5].
      Las consecuencias de ello son epistemológicamente interesantes. Por ejemplo, el modelo de atribución de existencia, está considerablemente basado en la experiencia visual: decimos, en primera instancia si es que lo podemos o podríamos ver. Pero también es verdad que el modelo visual se propone a veces como el paradigma de la percepción ilusoria, de lo meramente apariencial. Es aquí donde recién cobra importancia la percepción táctil que acude en auxilio, a modo de complemento y control de aquél: decimos que una apariencia es real o concreta cuando podemos tocarla. Es que el sentido del tacto supone una relación directa o mediata entre el objeto fuente y nuestro cuerpo, de manera tal que el percibir una resistencia a partir de este último, se constituye en la prueba crucial de realidad.
      Volviendo al modelo standard de imaginación basado en lo visual, las implicancias son varias:
      • Una vez que se ha homologado imaginación a imaginación visual queda justificada la expresión "visualizar" como sinónimo de imaginar, como por ejemplo, cuando se utilizan expresiones como: visualizar una situación futura, visualizar la posible solución de un problema, etc.
      • A veces también sucede que cuando no se puede visualizar algo (en términos de formar una imagen visual) se dice que no se lo puede imaginar; cuando tal vez lo que se quiera decir es que se lo está representando a través de otra modalidad imaginística.
      • Lo anterior conduce a uno de los límites borrosos entre el fenómeno de la imaginación y el de la conceptualización. Si bien es cierto que algo puede ser imaginado aunque no sea visualizado, en tanto es representado, por ej., de manera kinética o cenestésica; también puede suceder que ese algo no sea visualizado de manera precisa, sino a través de una imagen visual genérica o esquemática; lo que en última instancia resulta borroso son los límites entre estas imágenes esquemáticas y los conceptos abstractos.

      Resulta difícil realizar el tratamiento del tema sin referirse a Hume. Recordemos que para el filósofo irlandés las dos actividades básicas del espíritu estaban constituidas por las impresiones y las ideas, alternativamente conceptualizadas como imágenes o representaciones. Las impresiones correspondían a las percepciones que ingresaban a la mente con "fuerza y violencia", e incluían a las sensaciones, pasiones y emociones; las ideas correspondían a las "débiles imágenes de las impresiones en el pensamiento y el razonamiento". Se advierte, entonces, que el contenido de lo que fuera una impresión puede ser nuevamente traído a la conciencia, es decir re-presentado, aunque esta representación carezca de la fuerza o la vividez del original. Hume llama memoria a la facultad de la mente encargada de realizar estas re-presentaciones, labor que realizaría con notable fidelidad. Pero por otra parte, y ésto es justamente lo que aquí interesa, también existe para Hume la facultad de valerse de ideas simples para producir combinaciones que nunca antes fueron el contenido de ninguna impresión: esta facultad es la imaginación.
      De modo que, en este autor, ya se halla sugerida la idea de que existirían dos tipos de imaginación: una reproductiva (la memoria, a cuyos productos Hume denominaba ideas de la memoria; lo que luego denominose memoria evocativa) y otra productiva (o creadora). Esto conduce a tratar el significado de esa diferenciación.
    3. Distinción entre imaginación productiva y reproductiva

      Siguiendo a Ferrater Mora (1975) es Kant el primero en plantear explícitamente la distinción entre imaginación reproductiva y productiva. Según el primero, para el filósofo alemán, la imaginación reproductiva es la que "hace posible unificar la diversidad de lo dado en la intuición", a partir de lo cual se produciría una primer 'síntesis' necesaria para el conocimiento. No obstante, agrega Ferrater Mora, existen todavía otras actividades sintéticas en que actúa la imaginación, pero ahora en su otra variedad: "La imaginación puede también ser productiva: Ello ocurre ya cuando consideramos el entendimiento como 'la unidad de la apercepción en relación con la síntesis de la imaginación' ", y cuando consideramos el entendimiento puro como la mencionada unidad en relación a la "síntesis trascendental de la imaginación". (Ferrater Mora, ibid {los entrecomillados internos son citas a Kant})[6].
      La cita anterior, por momentos hermética, refiere a uno de los problemas más arduos en la teoría del conocimiento kantiana: el de las relaciones entre los fenómenos y las categorías del entendimiento. Para Kant el papel de la imaginación productiva residiría precisamente en el establecimiento de un nexo entre el material sensible y las categorías, denominando al mismo esquema trascendental. Nuevamente, en términos de Ferrater: "((...) la imaginación productiva hace posible el esquema trascendental; por medio de la imaginación productiva se puede tender un puente entre las categorías y los fenómenos, (...) la imaginación [productiva] es aquí una facultad de producir reglas por medio de las cuales pueden subsumirse las intuiciones en los conceptos, haciendo las primeras homogéneos a los segundos". Y, en términos del propio Kant: [el esquema] "es un producto y en cierto modo un monograma de la imaginación pura a priori, mediante el que y por el cual sólo son posibles las imágenes (...), algo que no puede reducirse a ninguna imagen, y no es más que la síntesis pura operada según una regla de unidad". (citado en Velazco Suarez, 1974).
      La referencia a este análisis kantiano, cuya complejidad desborda las posibilidades de este trabajo, tiene un doble sentido: por un lado, volver a insistir sobre el rol de la imaginación como una actividad a "mitad de camino" entre la percepción y el pensamiento, y que puede además entenderse como un instrumento al servicio del pensamiento; y, por otro lado, en tanto antecedente inspirador de lo que habrá de modelizarse en el apartado VI, en relación a la tesis que se viene tratando.
      Por otra parte, Rodari (1987) destaca a Wolff como el primer filósofo que propone una distinción entre la facultad de producir percepciones de las cosas sensibles ausentes y la "facultad fingendi", que consistiría en "producir mediante la división y la composición de imagen, la imagen de una cosa nunca percibida por los sentidos". Este significado, emparentado al de Hume sin duda se acerca más al que luego sería retomado por la Psicología.
      Vayamos entonces a lo que subsiste de aquellos análisis filosóficos en la Psicología. Según el diccionario Warren, la imaginación reproductora es: "[el] Tipo de imaginación que tiende a conformarse con las formas previamente observadas y no propiamente a crear otras nuevas. La distingue de la "imaginación creadora que produce nuevas formas".
      Según el mismo diccionario la imaginación creadora es: "[la] Serie de imágenes, ideas o construcciones mentales que son guiadas por una predeterminación y de acuerdo con un plan o finalidad. [Sin. imaginación constructiva. Según el uso de algunos autores: sin. pensamiento creador. Contr. a fantasía, que carece de plan o finalidad, y a imaginación reproductora]". (Warren, op. cit.).
      Consideraré ahora algunas cuestiones de importancia en torno al fenómeno de la imaginación productiva:
      Una versión alternativa -aunque complementaria- de su significado nos la proporciona Sartre (1964) en "Lo imaginario", a través del ya clásico ejemplo del cubo. La idea central de ese análisis es que nunca vemos literalmente un cubo sino una serie de aprehensiones parciales (vg. las distintas caras y aristas desde múltiples puntos de vista); la imagen del cubo sería entonces una síntesis constructiva operada sobre el conjunto de esas aprehensiones. Nótese que este análisis también remite a otro aspecto sutil del fenómeno de la imagen, ésto es el de la imagen "incrustada" o implicada en la percepción, a la manera de organizador.
      En la misma línea, otro ejemplo de interés lo constituye la habilidad de realizar mapas espaciales, vinculada al sentido general de orientación. En rigor, el mapa cognitivo espacial que puede expresarse en forma de esquema icónico, es decir el mapa propiamente dicho, surge como la resultante de la serie de las microexperiencias reales sobre el espacio al que se refiere; las que deben incluir tanto los movimientos efectivos como las hipótesis de orientación concomitantes a los mismos, González (1990)[7].
      Otra cuestión de interés se relaciona con las diversas e innumerables críticas que se le ha realizado al concepto de imaginación reproductiva en el contexto de la Psicología contemporánea, tanto por parte de la Psicología Cognitiva (por ej., Neisser, 1967) a través de la crítica a lo que denomina "hipótesis de la reaparición" y la argumentación en favor de lo que denomina "hipótesis reconstructiva[8]") ; la Psicología Genética (por ej. Piaget, 1973) a través de la hipótesis reconstructiva de la memoria; del concepto de "inferencias mnémicas", etc.)[9] ; de la fenomenología (por ejemplo Sartre, 1962); etc[10].
      Respecto a la cuestión del papel reconstructivo en la memoria evocativa, Siegel (1977), en un artículo sobre imaginación, propone como experiencia que el lector trate de recordar alguna escena en una playa (si lo desea, haga una pausa hasta conseguir la imagen). De acuerdo al autor, la mayoría de las personas reportan una imagen de sí mismas desde una perspectiva externa, lo cual confirma su carácter reconstructivo en la medida en que ello no puede corresponder a ninguna "impresión" previa, por usar la terminología de Hume[11] . Ahora bien, aún cuando los anteriores análisis abonen en favor de la preeminencia de los procesos constructivos sobre los reconstructivos, también es cierto que sin algún género de "materia prima" almacenada y recuperable no podría existir ninguna reconstrucción posible. Para ilustrar ésto, vale esta cita de Neisser, donde la cuestión parece advertirse más allá de que parezca haber sido escrita con un propósito diferente:
      "El modelo del paleontólogo, también se aplica a la memoria: a partir de unas cuantas astillas de hueso almacenadas, recordamos a un dinosaurio. Afirmar otra cosa, para defender la hipótesis de la reaparición, sería adoptar una actitud reminiscente del realismo inocente de la percepción. (...) Asimismo, uno no recuerda objetos o respuestas simplemente porque existan huellas de ellos en la mente, sino después de un elaborado un proceso de reconstrucción (el cual generalmente utiliza la información almacenada relevante ) (...) ¿Cuál es la información (las astillas de hueso) sobre las que se basa la reconstrucción? La única posibilidad aceptable es que consista de huellas de previos procesos de reconstrucción. (...) Las huellas no son simplemente "revividas" o reactivadas" en el recuerdo; en vez de ésto, los fragmentos almacenados se utilizan como información para apoyar una nueva construcción".(Neisser, op. cit., pág. 324, {el subrayado es mío}).
      Al margen de coincidir con el sentido general del anterior fragmento, a mi juicio a Neisser le termina costando admitir lo que finalmente no puede dejar de hacer, ésto es que: sea lo que sea aquello sobre lo que trabajan los procesos de recuperación mnémica, en última instancia, también refieren a algo ya previamente percibido, así como esto último también refiere a la información correspondiente al "input sensorial" (en términos que este autor suele utilizar).
      Mucho más convencido de eso parecía el mismo Kant, quien, simplemente consideraba:"(...) Lo cual no significa que la imaginación productiva saque algo de la nada; por grande que sea su poder de crear otra naturaleza, lo hace a base del material dado". (citado en Ferrater Mora, op. cit.).
      En síntesis, todos estos análisis convergen hacia la identificación de un proceso de la imaginación, denominado imaginación productiva, cuya característica central es la generación de productos que antes no han sido percibidos; y para lo cual recurriría -a manera de datos- a "materia prima" previamente percibida, aún cuando en el mismo proceso de recuperarla (o ya antes) se altere el tipo de estructuración respecto a lo que fuera al ser efectivamente percibida. Dada la naturaleza funcional de este proceso resulta legítimo categorizarlo como un proceso particular de pensamiento productivo. Como se verá, esta conceptualización resulta relevante al modelo a presentar más adelante. De cualquier manera, cabe un anticipo, expresado de manera simple: No resulta abusivo afirmar que la imaginación productiva es uno de los instrumentos cognitivos básicos para construir entidades hipotéticas, es decir en última instancia, para poder formular teorías científicas.
    4. Distinción entre imaginación fantástica e imaginación como atribución de existencia

      En este apartado abordaré un tema central a la presente tesis: Me refiero al asunto de la atribución de existencia de los productos de la imaginación
      Convengamos en que atribuir existencia a algo supone la noción de que su existencia es independiente del acto mental por el cual ese algo es conocido. En términos filosóficos: el objeto de conocimiento es trascendente al sujeto. En esos mismos términos, la completa negación de existencia de todos los objetos percibidos corresponde al idealismo de Berkeley. Ahora bien, la relación entre la atribución de existencia en el plano perceptual y el fenómeno de la imaginación es simple: atribuir existencia es psicológicamente un acto de imaginación (o al menos la resultante de un proceso que se expresa de esa forma). En palabras del propio Berkeley: "Pero, se dirá, nada es más fácil que imaginar arboles en un prado o libros en una biblioteca, y nadie cerca de ellos que los percibe. En efecto, nada es más fácil. Pero, os pregunto, ¿qué habéis hecho sino formar en la mente algunas ideas que llamais árboles o libros y omitir al mismo tiempo la idea de alguien que los percibe?". Por supuesto la gran diferencia entre sostener que la atribución de existencia se basa (o expresa) en un acto de imaginación y las ideas de Berkeley es que, para este último, aquella es solamente un acto de imaginación.
      No obstante, lo que aquí verdaderamente interesa es el problema de la atribución no ya en el plano perceptual sino en el de la imaginación, y éste no es de ninguna manera un problema meramente filosófico sino genuinamente epistemológico. En efecto, en epistemología la cuestión asume cierta especificidad al analizar el status de muchos conceptos científicos, especialmente en lo que concierne al significado de las llamadas construcciones hipotéticas. Por su parte, en el contexto de la Psicología se expresa en términos de preguntas como: ¿Qué valor de realidad se le deben otorgar a diferentes modelos e imágenes sobre la mente?; ¿Deberíamos pensar que términos tales como "memoria de largo plazo", "inconsciente", "ello", "grupo INRC" y "esquemas", etc., designan algo realmente existente, son más bien descripciones de algo observable, o son en todo caso ficciones ideales que nos conducen a descubrir nuevos fenómenos (y en este último caso: ¿esos fenómenos resultan independientes de nuestro conocimiento, y en que sentido?). O, en términos de la presente tesis: ¿Si la Psicología es la ciencia de producir imágenes plausibles de lo mental, se supone a su vez que dichas imágenes refieren, o no, a algo; y en cualquier caso, exactamente a qué?
      Ahora bien, si vinculamos el tema de la atribución de existencia con los distintos tipos de imaginación, conceptualmente el asunto se presenta así: existen productos de aquella, como la imagen de una playa marplatense que puedo evocar en este momento, a los que se atribuye existencia real; pero también existe otra clase de productos imaginísticos, tales como perros parlantes y panteras detectives a los que no se les concede tal tipo de existencia (al menos en este mundo)[12].
      En primera instancia, el problema parece estar exclusivamente relacionado con la imaginación productiva, y no con la reproductiva. En la medida en que ésta, por definición, se limitaría a traer a la conciencia formas ya percibidas, el problema sobre la atribución de existencia de sus productos, en teoría, habría que retrotraerlo al contexto de la situación original (por supuesto dejando de considerar, ni más ni menos, todo el problema del papel de la reconstrucción mnémica ya referido); de modo que se puede concluir que la cuestión se presenta básicamente con la imaginación productiva[13].
      Sin embargo, como se anticipó, en la literatura académica sobre la imaginación productiva no se precisa la distinción fundamental vinculada al problema de la atribución de existencia. En efecto, si se acuerda que a través de actos de imaginación productiva pueden generarse una multiplicidad de "objetos imaginísticos" independientemente de que se les atribuya existencia real o posible[14], parece plausible que sea la misma función la encargada de concebir objetos meramente ficcionales como centauros, sirenas y hombres con una memoria perfecta, de los que deliberadamente no se predica existencia; así como la de aquellos productos imaginísticos como átomos, partículas subatómicas, genes, centro de la tierra, agujeros negros, huellas mnémicas y mecanismos de represión primaria; donde la cuestión de la atribución de existencia resulta a veces problemática. En efecto, respecto a los últimos: a alguno (o a todos) se les atribuirá sin dudar una existencia real o hipotética; a otros (o a todos) se les negará tales existencias; de algunos se juzgará de interés preguntarse si efectivamente se les atribuye o no esa existencia, mientras que para otros la pregunta resultará tal vez disonante o impropia. De cualquier modo, es muy probable que se acuerde que casi todos los ejemplos considerados en último lugar se diferencian genéricamente de los enumerados al principio: la tarea es averiguar precisamente en qué (a propósito: ¿cuál es la opinión del lector?).
      Para avanzar en el tratamiento del tema, y a falta de denominación y conceptualizaciones al respecto distinguiré entre los "productos imaginísticos" supuestamente existentes y aquellos "supuestamente inexistentes" (PISE). Una cuestión que conviene aclarar es que los PISE pueden entenderse, indistintamente, de dos maneras: o bien como productos imaginísticos específicos, una de cuyas propiedades es la existencia; o bien como el resultado de una doble operación que incluye, por un lado, un momento de imaginación productora y, por otro, un juicio de existencia aplicado a un producto ya obtenido.
      En síntesis parcial, recuérdese que el sentido de la distinción propuesta resulta crucial para diferenciar la imaginación científica de otro tipo de productos imaginísticos, tales los de la imaginación literaria y los de ciencia-ficción. Esto conduce a realizar nuevas precisiones:
      Primero es necesario considerar que la atribución de existencia puede realizarse en un modo actual o simplemente potencial. Así, en un ejemplo simple, la existencia atribuida a un objeto ausente en nuestro campo perceptual en virtud de la noción de permanencia de los objetos constituye un caso de atribución en acto; es decir: creemos que efectivamente el objeto está ahí presente, aún cuando no lo percibamos, y esa creencia adquiere -en general- la forma psicológico-subjetiva de la certeza. Un caso obviamente distinto es cuando suponemos la existencia de algo, aunque no estemos plenamente seguros de ello.. En este caso el juicio de existencia adquiere la forma psicológica de la creencia o -en otros términos- de la probabilidad subjetiva. A manera de sencillo ejemplo, es lo que ocurre cundo creemos que si visitáramos a una persona amiga es probable que la encontremos en su casa. Resulta claro que podríamos "ponderar" esta suposición dentro de una hipotética escala de incertidumbre-certeza, excepto en sus extremos, pues el significado habitual de "suponer" lo hace diferente de "estar seguro" y "tener incertidumbre absoluta" o "no tener ni la menor idea".
      Sin embargo, es importante distinguir el grado de incertidumbre de un juicio de atribución, del grado de determinación del objeto sobre el que recae dicho juicio: son dos cuestiones semánticamente diferentes aunque de hecho puedan aparecer relacionadas. Antes de destacar su importancia en este contexto, cabe aclarar a qué me estoy refiriendo: en el ejemplo anterior el juicio de existencia era incierto, pero no así el objeto de la creencia o -en los presentes términos- el objeto imaginístico. Así, la imagen de la hipotética persona amiga en su casa resulta absolutamente determinada (ello con independencia del grado de nitidez con que logre representarla en mi mente). Lo que se encuentra indeterminada es la serie de informaciones adicionales que podría contribuir a reducir la incertidumbre atributiva.
      Recapitulando. Dado un objeto imaginístico, sobre él puede recaer un juicio de existencia actual, expresado como certeza, o potencial, expresado como probabilidad subjetiva. Decir esto último equivale a decir que sobre la base de un conjunto de posibilidades imaginadas, existe al menos una en que el objeto de la creencia aparece como literalmente existente. Y ésto, es independiente de la cuestión relativa al grado de determinación de aquel objeto.
      Respecto a la importancia del tema la respuesta es simple: en contextos epistemológicos se advierte una recurrente confusión entre plausibilidad e indeterminación, lo que resulta fuente de no pocos equívocos a la hora de analizar el significado de los llamados constructos hipotéticos, y por ende a la hora de justipreciar el valor de las imágenes como instancias instrumentales al servicio del descubrimiento, explicación y comprensión de un objeto de estudio científico (como la mente).
    5. Objetos imaginísticos determinados e indeterminados: El problema de la caracterización de los constructos hipotéticos

      Aquí me centraré en distinguir la plausibilidad de la indeterminación. Para eso es necesario recurrir al concepto de construcción hipotética. Por empezar convengamos en que un constructo hipotético posee una función explicativa en el contexto de una disciplina científica. Para introducir su significado me valdré de un ejemplo alegórico sugerido originariamente por Musso,1971). Lo reproduciré en versión libre, (y aclarando que lo seguiré hasta un determinado punto, el que señalaré).
      Supongamos que existe una habitación cerrada (caja negra) a la que es imposible acceder. La puerta está cerrada con candados, no obstante existe una pequeña rendija por la cual aunque no podemos ver nada sí podemos pasar y recibir algunas cosas. Supongamos además que tenemos la sospecha de que en el interior se encuentra un perro (construcción hipotética).
      Por supuesto que el anterior ejemplo sólo constituye un símil muy tosco de lo que constituye una construcción hipotética porque sólo ilustra uno de sus aspectos particulares: la imposibilidad de acceso directo, la posibilidad de acceso indirecto. Sin embargo lo rudimentario de esta pequeña "alegoría" alcanza para aludir al significado de un tipo particular de construcción hipotética: aquella que refiere a entidades caracterizadas. A falta de definiciones al respecto diré que una entidad se encuentra caracterizada si su significado per se resulta razonablemente comprensible, con cierta independencia de los hechos. Así, en el ejemplo, "perro" es una entidad absolutamente caracterizada en tanto que ya posee un significado, y ello con independencia de que efectivamente se halle o no un perro dentro de la habitación y también de que efectivamente se escuchen (o no) ruidos y desaparezca (o no) la comida luego de determinadas acciones, es decir con independencia de la plausibilidad objetiva o subjetiva que atribuyamos a su existencia en ese contexto. De modo que, por lo visto hasta aquí, el caso es simétrico al de la visita a la persona amiga, referido en el anterior parágrafo.
      Sin embargo, podemos comenzar a complejizar la situación misma del ejemplo para ir acercándonos a un significado preciso de "construcción hipotética". En primer término, destaquemos su carácter "pragmático". Como ya adelanté, cuando un constructo hipotético es postulado dentro de una teoría se espera que tenga algún género de alcance explicativo. Esto significa que cierto tipo de hechos explicados por esa teoría (o bien algún otro aspecto de la misma) debe resultar más inteligible, comprensible o probable luego de introducir el término, de lo que era antes. Para que ésto aparezca ilustrado en el ejemplo es necesario invertir en parte el orden de los acontecimientos tal como fueron presentados. Así ( Y aquí ya comienzo a apartarme de Musso):
      Se trata ahora de saber por qué en esa situación ocurre que al pasar un plato de comida por la ranura de la puerta al cabo de un tiempo aparece el plato vacío (fenómeno a explicar). Supongamos que se sospecha que la causa es la existencia de un perro (constructo hipotético caracterizado). Supongamos que a través de varios intentos hacemos ruido esperando escuchar ladridos, introducimos gatos por la rendija, etc., pero con resultado negativo (disconfirmación de consecuencias observacionales).
      A esta altura se abren dos posibilidades epistemológicamente diferentes, cuya distinción será relevante en relación al sentido general del capítulo. Las presentaré, por supuesto, sin juzgar sobre cuál es la más adecuada a este caso. En una de las posibilidades podemos avanzar en la línea de una mayor caracterización de la entidad postulada, (sin importar que se aclaren las razones que tengamos para hacerlo) e insistir en que se trata de un perro pero imaginando ahora que, por motivos indeterminados, no ladra (de paso, digamos que eso es lo que en metodología denomínanse hipótesis ad-hoc; su tratamiento nos desviaría del propósito)). En la otra posibilidad vamos en la línea de una mayor generalización e imaginamos ahora que se trata de un animal aunque no tenemos demasiadas razones para determinar su tipo. De esta manera, empezamos a acercarnos al significado de las entidades hipotéticas sin caracterizar, al que se aludirá vía exageración en una última versión de la alegoría.[15]
      Supongamos que con el propósito de probar algunas de las hipótesis, al cabo de ciertos días hubiéramos observado que la comida que veníamos introduciendo regularmente comienza a no consumirse, detectando una extraña regularidad de hechos: a partir de un determinado momento sólo fueron consumidas las comidas segunda, cuarta, octava, y decimosexta. En razón de ello lanzamos como predicción que ese evento volverá a darse en los ordenes 32, 64, etc., lo cual se va confirmando. Esto nos lleva a considerar seriamente la hipótesis de que allí adentro existe un humano (hipótesis que supongamos, ya habíamos rechazado luego de fallidos intentos de comunicación a través del lenguaje, la escritura y otros medios simbólicos, etc.), que a través de su extraño comportamiento nos quiere transmitir algo. Pero bien, ahora surge un nuevo problema porque si nuestra hipótesis es correcta y nuestra predicción es válida, surge el hecho curioso de que ambas pareciera que serán muy pronto incompatibles por una simple razón: pronto la exponencial será tan grande que el hipotético humano morirá de hambre antes de poder cumplirla. De modo que nos quedan varias alternativas: apostar a que la serie habrá de romperse en el punto en que el umbral de resistencia del hambre se quiebre, cambiar el intervalo temporal interviniente, tratar de cambiar el medio físico con en el que se expresa el evento (monedas, etc. en lugar de comida, e imaginar otros medios de comunicación). Supongamos que todas las alternativas adicionales en la dirección tendiente a probar la hipótesis de que existe un humano resultan fallidos, y que, además, el intervalo de tiempo transcurrido a partir de la última comida nos hizo perder cualquier esperanza de que la persona sobreviva. Supongamos, finalmente que, llegado el momento esperado (por ej., el 2056 de la serie) el evento esperado (la devolución del plato vacío) sigue funcionando. Ahora, entonces, emprendemos todos los intentos encaminados a probar si adentro podía existir algún tipo de vida (medición del nivel de oxigeno, etc.), encontrando resultados negativos: no parece posible que haya ningún tipo de vida conocida. . Estamos ahora verdaderamente desconcertados y podemos expresar este deconcierto de dos maneras alternativas:
      1.b- Allí adentro sucede algo particularmente extraño, que aún no podemos comprender.
      La extrañeza que proyectamos hacia allí adentro no es sino el reflejo de la verdadera extrañeza, que está aquí afuera; el verdadero problema reside aquí y es por eso irrelevante lo que suceda "allá"; en la medida en que no podemos acceder a la habitación cualquier especulación sobre lo que allí pasa es metafísica; no es que se diga que no exista nada, por que eso también es una afirmación metafísica, lo que sí se dice es que lo único realmente cierto es lo efectivamente podemos hacer aquí, incluidos los efectos que obtengamos aparentemente "emanados" desde adentro, pero no nos engañemos esos efectos existen verdaderamente aquí afuera...
      Lo expresado en la posición número 1-b es un buen ejemplo de lo que significa una expresión hipotética sin caracterizar. El ejemplo la muestra deliberadamente como el extremo opuesto de la posición 1-a (la del ej. del perro). No obstante, lo que ambas mantienen en común es que en ninguno de ambos casos se renuncia a la atribución de existencia. Por su parte, la posición 2 es un mal ejemplo, (muy forzado por el marco de la historia; pero a la larga útil), de aquellas versiones que postulan que el problema de la atribución de existencia cae por fuera de los propósitos de las construcciones hipotéticas. Cuando de éstas se trate resultará tan impropio realizar la atribución como dejar de hacerlo; y será impropio básicamente porque resulta inconducente. A esta altura, para completar el cuadro del que partimos debería hacerse una última distinción, ahora en el plano de lo que he denominado postura 2. En rigor, existen a su vez otras dos subposiciones. Son éstas:
      2.a- La concepción descriptivista: Lo que se asume -genéricamente- es que las entidades hipotéticas son o bien una especie de taquigrafía, o bien un catálogo, o a veces mapa del orden fenoménico observable. En Psicología la concepción se halla representada por quienes entienden que constructos teóricos como por ej. "factor g" o "inhibición retroactiva" no son más que "etiquetas" verbales que se adscriben a un conjunto de regularidades empíricas. En el sentido de nuestro ejemplo, si se hubiera dado el caso de que ante la introducción de gatos (observable 1) se hubieran registrado ladridos (observable 2) para la presente posición el termino "perro" lo único que significaría es "un concepto x, tal que ante la introducción de gatos se observan ladridos concomitantes".
      2.b- La concepción instrumentalista: En ésta se admite la posibilidad de introducir construcciones hipotéticas, pero sólo como ficciones útiles para derivar consecuencias. Si para la anterior cualquier cartografía se circunscribía al orden fenoménico, en ésta se admite trascender los hechos de experiencia. Pero tales cartografías trasfenoménicas se ubican siempre en un espacio virtual simbólico, nunca real. En términos del ejemplo se razonaría así: "si suponer que existe un perro lleva a alguna predicción que no hubiéramos considerado, entonces supongámoslo". Otra manifestación paradigmática de esta posición es la legitimación de asumir la utilidad de construcciones hipotéticas que resultan ficcionales (en tanto resultan empíricamente implausibles) nuevamente con el propósito de extraer alguna implicancia o predicción de utilidad. Ej. de ésto serían los universos físicos donde no actuarían ciertas fuerzas, tales como el rozamiento; velocidades superiores a la de la luz; etc.
      En síntesis, para ir concluyendo: Se puede, por una parte, atribuir existencia a las entidades hipotéticas. Hacerlo supone siempre un acto de imaginación productiva. a su vez esas imágenes o esas entidades, pueden tener mayor o menor grado de determinación o caracterización. Agrego ahora, que la dimensión determinación-indeterminación en el contexto epistemológico es simétrica a una dimensión que cabria definir como "imagen precisa-imagen difusa". A su vez, continúo agregando, las imágenes difusas a veces lo son en tanto esquemáticas o genéricas; en el contexto del ejemplo analizado decir "allí adentro hay algo que creo es de naturaleza física por que produce un efecto físico pero al mismo tiempo posee o instancia algún componente lógico, etc." es expresar, simultáneamente, la existencia de una imagen productiva genérica, esquemática, difusa e indeterminada, pero siempre supuestamente existente.
      Por otra parte, se puede dejar indeterminada la cuestión de la atribución de existencia. En uno de los casos, en rigor, implícitamente se desautoriza casi de plano el uso de la imaginación en la construcción de teoría científica, admitiéndose -a veces- sólo una cierta función ordenadora (vg. a la manera de las imágenes pareidólicas como las involucradas al confeccionar los llamados "mapas celestes", es decir, al "trazar" constelaciones como la del centauro, etc.). En el otro caso se admite un uso más amplio de la imaginación productiva, aunque no se admite que sea legítimo o útil atribuir existencia a sus productos.
      Encararé finalmente, las implicancias de todo ésto para la presente tesis. Argumento, en primer lugar que la postulación de imágenes es útil para guiar hipótesis. Argumento, en segundo lugar que el modelo de la atribución de existencia, en el caso de la imaginación científica, se encuentra profundamente inscrito en nuestros sistemas cognitivos, por lo tanto: siempre que haya una imagen a ser aplicada a explicar algún fenómeno, en algún sentido "emana" de la función atributiva de la imaginación> Sostengo en tercer lugar, que la falta de distinción entre lo que significan los juicios de plausibilidad y las imágenes genéricas o sin caracterizar, es lo responsable de que muchos epistemólogos y científicos manifiesten negar existencia a algo que tal vez atribuyan: en la medida en que los "retazos de imágenes" resultan difusos, existe la tendencia a apresurarse a decir que no refieren a nada, cuando en realidad (se piensa que) refieren a algo lo suficientemente difuso como para asumir que sea además existente.
      Espero que hasta altura, comience a advertirse la relación entre el anterior análisis y la afirmación de que la Psicología es la ciencia de imaginar la mente. En la medida en que lo primero sea adecuado se explica por qué lo segundo no puede ni podrá dejar de hacerse.
    6. Imaginación perceptual, simpatética y simbólica

      Encararé ahora la distinción más importante para fundamentar la tesis. Originariamente ha sido propuesta por el epistemólogo T. Nagel (1974); aquí la presento ampliada y con sustanciales agregados[16] . El criterio implícito en la clasificación radica en la naturaleza "ontológica[17]" del objeto imaginístico. Conforme a ésto, existirían tres tipos básicos de imaginación, a saber: perceptual, simpatética[18] y simbólica, según que el objeto imaginístico se ubique en el plano físico, mental o lógico.
      Al respecto dice Nagel (1974):
      1. "Imaginar algo perceptualmente consiste en ubicarse en un estado consciente semejante al estado en que estaríamos si lo percibiéramos."
      2. "(...) Imaginar algo simpatéticamente consiste en colocarnos en un estado consciente semejante al de ese mismo algo (sólo es posible usar este método para imaginar estados mentales nuestros y ajenos). Cuando tratamos de imaginar un estado mental que ocurre sin su estado mental concomitante , comenzamos por imaginar simpatéticamente la existencia de ese estado mental, es decir, nos ponemos en un estado que no tenga conexión con el primero, un estado semejante a aquél en que estaríamos si percibiéramos la no ocurrencia del estado físico. Cuando la imaginación de los rasgos físicos es perceptual y la de los rasgos mentales, simpatética, nos parece que podemos imaginar cualquier experiencia como si ocurriese sin su estado cerebral asociado, y viceversa. La relación entre ellos será condicionada aunque fuera necesaria, a causa de la independencia de los tipos de imaginación dispares. (citado en Hofstadter, et al. 1983, pp. 517).
      Lo primero (la imaginación perceptual) corresponde a lo que antes se denominó 'modelo standard de la imaginación[19]'. Ejemplos de esta clase están representados por la imaginación de cualquier objeto físico, estático o dinámico, tal como imaginar un árbol, un leño quemándose, el sonido de una sirena, el aroma de aquel árbol, el rostro de una persona, su voz, o esa persona caminando. De paso, nótese que en la definición no se distingue entre imaginación reproductiva y productiva, ni sobre si existe o no atribución de existencia; tampoco es necesario que se lo haga. Así, resulta sencillo considerar a ciertos objetos de la imaginación fantástica, tales como centauros o "sirenas", en base al modelo de la imaginación perceptual, lo cual significa que si (en algún mundo posible) efectivamente existieran los percibiríamos de la misma manera en que percibimos cualquier otro ente físico real.
      Analizaré ahora el significado de la imaginación simpatética. En primer lugar, es necesario diferenciar éste concepto de otro, que aunque íntimamente emparentado, posee un significado más específico y -fundamentalmente- una resonancia que podría confundir. Me refiero al concepto de "empatía", a veces utilizado para aludir a una captación directa, especifica y esencial de la vivencia de otra subjetividad[20]. Aquí no se trata de ésto. Un ejemplo simple creo que lo aclarará: puedo no tener la más remota idea de lo que significa ser (psicológicamente) de una determinada manera, y sin embargo asumir imaginísticamente que corresponde a un tipo de ser diferente del, pongamos por caso, el ser de una piedra. En este sentido, me parece útil y necesario distinguir entre imaginación simpatética genérica y específica. Así, existiría un gama de posibilidades de la imaginación simpatética que abarcarían desde imaginar el contenido de lo que alguien está pensando hasta imaginar simplemente que ese alguien es un ser pensante; puedo, por ej. no comprender lo que efectivamente sucede en la mente de alguien cuando ejecuta una determinada acción , y sin embargo imaginar que algo está pensando, sintiendo o queriendo, al hacer lo que hace[21].
      Por otro lado, agrego, que la imaginación simpatética es un caso particular de imaginación reproductora cuando es aplicada hacia la evocación de un evento pasado, es decir, como cuando recuerdo una emoción que tuve ayer, o recuerdo la emoción que imaginé que alguien exerimentó ayer. Y también de imaginación productora cuando se orienta hacia el futuro, como cuando imagino que mi estado anímico será tal o cual en función de las acciones que planeo desarrollar. (Y nótese, de paso, que sin imaginación simpatética por la cual nos representamos ciertos estado como deseables o desagradables no habría acción humana, al menos como la entendemos hoy). Además, se puede -siempre en términos de imaginación simpatética- también imaginar no ya contenidos, sino mecanismos, funciones y operaciones; y quizás también estructuras. Se puede también, no sólo circunscribirse al orden sincrónico sino también al diacrónico, así como en términos de imaginación perceptual pueden imaginarse situaciones estáticas y dinámicas.
      Para dar una idea complementaria de lo que significa la imaginación simpatética ofrezco a continuación una larga lista de ejemplos de un modo absolutamente asistemático. Resultan casos de imaginación simpatética:
      Imaginar lo que alguien en determinado momento está pensando, sintiendo o queriendo; imaginar lo que ante determinada circunstancia hipotética, puntual o genérica, alguien -incluido uno mismo- podría pensar, sentir o querer; imaginar simplemente que los demás tienen mente; imaginar que existe un psiquismo inconsciente; imaginar lo que los demás piensan que uno está pensando; imaginar lo que está pensando, sintiendo o queriendo una persona al decir o hacer determinadas cosas; imaginar que otra persona hace algo impulsada por un motivo inconsciente; imaginar el contenido del anterior motivo inconsciente; imaginar que una persona experimenta un insight que le permite conectarse con un contenido de su mente del que hasta entonces era inconsciente; imaginar que esa persona está teniendo un falso insight ya que el verdadero motivo inconsciente es otro y tal que explica lo que explicaba el falso insight, y además la existencia de éste; imaginar lo que podría ser la mente de un recién nacido; imaginar, una persona ciega de nacimiento, lo que podría significar ver; imaginar, una persona de vista normal, lo que podría experimentar una persona ciega de nacimiento y lo que podría imaginar respecto a lo que podría significar ver; imaginar huellas mnémicas inscribiéndose en la memoria; imaginar el momento en que dos ideas se asocian; imaginar los mecanismos por los cuales dos ideas se asocian; imaginar el Ello; imaginar los mecanismos del sueño, imaginar las vicisitudes del deseo inconsciente durante el sueño; imaginar la mente de un pacientes comisecturados; imaginar el proceso de represión primaria; imaginar lo que debe experimentar un animal, por ej. un perro cuando come, o parece estar triste o alegre; imaginar lo que podría ser tener una experiencia mística o experimentar un estado alterado de conciencia; imaginar lo que debe ser la experiencia fenomenológica de un paciente depresivo o esquizofrénico; imaginar lo que podría ser un estado de nirvana o el estado que provocaría una hipotética píldora de la felicidad; imaginar lo que podría ser experimentar experiencias afectivas, placenteras o dolorosas, "n" veces más intensas de lo que uno ha llegado a experimentar; imaginar lo que significa imaginar; imaginar lo que se imaginaba Freud cuando pensaba sobre la mente humana; imaginar que los estados mentales latentes no están meramente almacenados sino que continúan siendo mentales mientras permanecen en tal estado; imaginar el hipotético momento en que los estados latentes "brotan" de la sustancia neuronal luego de haber estado codificados en ella y perdido temporariamente su cualidad mental; imaginar lo que sería nuestra experiencia fenomenológica si no tuviéramos memoria, o si sólo tuviéramos memoria de corto plazo; imaginar en que podría consistir alguna modalidad sensorial hasta ahora desconocida; imaginar un modelo posible de fusiones entre mentes; imaginar un modelo posible de acceso directo a la mente de alguien descartando cualquier modelo de fusión de mentes; imaginar lo que sería la experiencia de no tener sentidos táctil ni cenestésico; imaginar (recordar) algún estado experimentado de dolor, angustia, tristeza, alegría, felicidad, placer, remordimiento, vergüenza, paz, extrañeza, desesperación, angustia existencial, enamoramiento, cariño, confusión, perdida de la conciencia de sí, euforia, ansiedad, autosuficiencia, sentimiento de inferioridad, sentimiento de superioridad, ensoñación diurna, fantaseo, etc.; imaginar (recordar) un sueño.
      Como se habrá apreciado, la abrumadora lista incluye los más variados tópicos. Antes de continuar invito al lector a que analice sus "imágenes". Sugiriendo, si ello fuera necesario, una serie de preguntas orientadoras basadas en lo ya analizado. Y haciendo dos aclaraciones: en primer lugar, recordar que -como se dijo- no se debería homologar imaginación a visualización. En segundo lugar, la referencia a un hecho que he corroborado varias veces:
      Aún en el caso de tests que involucran imágenes visuales, auditivas o kinéticas, muchas personas reportan no tenerlas. Sin embargo, en un testeo confirmatorio surgen particularidades que habían pasado inadvertidas. Así, por ej., en el caso de un test sobre imaginación visual, la tarea consistía en visualizarse en un cine (el lector lo puede hacer). Algunas personas no pueden referir sino una nebulosa muy indefinida. Sin embargo al hacérseles preguntas del tipo: estaban las luces encendidas?, había alguien sentado a su izquierda?, se encontraba ubicado más bien hacia el centro, la izquierda o la derecha de la sala, adelante o atrás?, contemplaba quizás la sala desde el arriba?, etc. Las respuestas, en general, son casi siempre afirmativas. Moraleja 1: algunas personas parecen imaginar mucho más de lo que luego pueden retrospeccionar. Moraleja 2 (alternativa): Existirá tal vez, un completamiento meramente intelectivo para ordenar la experiencia?[22]
      A continuación, entonces, la lista de preguntas orientadoras respecto a los ejemplos de imaginación simpatética:
    1. ¿En qué casos se puede decir que hay una imagen?
    2. ¿Cuáles son imágenes reproductivas, cuáles productivas?
    3. ¿Cuáles imágenes son de carácter genérico, cuáles de carácter específico?
    4. ¿En qué casos existe atribución de existencia?
    5. ¿Existen casos de entidades hipotéticas sin caracterizar?
    6. ¿Existen casos "puros" de imaginación simpatética, o se hallan "contamina- dos" por imágenes perceptuales?
    7. ¿Existen casos en los que -a pesar de todos los análisis realizados en el capítulo- aún parezca más apropiado decir que existe una "noción" o "idea" más que una imagen.
    Pasaré ahora a considerar lo que significa imaginación simbólica. Agrego a la teoría de Nagel lo que sigue: imaginar algo simbólicamente consiste en engendrarlo a través de una operación lógica. Para dar con el significado preciso del concepto es necesario postular un par de términos, que aproximen al "espíritu" del concepto. Entre algunos posibles, se encontrarían: concebible, representable, intuible, imaginable, postulable, conceptualizable, aprehensible, figuralizable, etc. Para arribar al propósito que ya se aclarará, seleccionaré "intuible" y "representable", y -secundariamente- "conceptualizable" y "aprehensible". Desde tal perspectiva, por hipótesis provisoria, diré que los productos imaginísticos simbólicos son intuibles pero no representables, conceptualizables aunque no aprehensibles, etc. Para dar una idea de lo que quiero significar vayan unos pocos ejemplos:
    • El Aleph de Borges: Se trata de un cuento ficcional. El Aleph es un punto donde se halla contenido todo el universo. En el relato, el Aleph se encuentra en el sótano de la casa de un amigo de Borges. En una visita, éste puede verlo y narrar en forma sucesiva la parcialidad del total que le fue dado divisar en forma simultánea.
    • La esfera de Pascal: Se trata de una interpretación borgiana de la siguiente idea de Pascal, de larga tradición en la historia de la filosofía: la naturaleza es una esfera espantosa cuya centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna. Los espacios n-dimensionales: Se trata de la noción matemática al respecto.
    • El universo bi-dimensional: Se trata de una doble especulación que se atribuye a Ouspensky sobre: a) la manera en que se representarían el mundo los habitantes de b) un hipotético universo bi-dimensional.
    Sin duda se trata de ejemplos "extraños" como productos de la imaginación. La pregunta obligada a plantear es si merecen ser ubicados en un nivel ontológico distinto al físico y al mental.
    La importancia de analizar el tema es simple: ante muchas entidades teóricas postuladas en Psicología (en general de carácter intrapsíquico) sus autores se excusan de señalar sus denotados argumentando que se trataría de modelos puramente lógico-simbólicos.
    Volviendo al tratamiento de la pregunta, en términos simples, parecieran existir dos posibilidades: que este tipo de productos sean reductibles a las restantes modalidades, o que no lo sean (al respecto, recuérdese las irreductibles concepciones aristotélicas y platónicas, del capítulo anterior, homologadas respectivamente a las posiciones 2 y 1 del mismo).
    Analicemos brevemente la primera alternativa. Tomemos el ejemplo del Aleph. En una de las versiones (congruente con la denominada posición 2 del capítulo 1) se razonaría de esta manera:
    Sin duda, la imaginación simbólica constituye un caso particular de cualquiera de las anteriores. Para explicar ésto, en primer lugar se debe acordar en que se trata de un producto imaginístico visual (vg. al Aleph se lo ve, se lo accede a través de la visión). Acordado ésto sólo basta pensar en términos de operadores visuales, tales como agrandar-achicar, acercarse-alejarse, expandir-contraer, etc. Entonces, el proceso puede ser concebido así: "puedo imaginarme un indefinido alejamiento del universo, y como resultado representarme el 'todo'; luego puedo imaginar un indefinido achicamiento de esa imagen hasta contraerla a la dimensión de un punto. El resultado es el Aleph: objeto imaginístico cuya "materia prima" es, que duda cabe, visual. Por último, puedo "jugar" (exploración imaginística) a recorrerlo, imaginando objetos y eventos en su interior e imaginando que podría indefinidamente continuar esa acción virtual (lo que aludió el mismo Borges en el cuento). Reconozco que en la explicación he utilizado conceptos abstractos como "todo", "indefinido", etc., pero sin embargo tales conceptos también los utilizo en productos distintos a los de la imaginación simbólica, tema fuera de discusión (además que también podría argumentar, por ej. respecto al significado de "todo" que poseo modelos de operatoria visual en los que basarme, tales como acercar un objeto hasta "chocarlo" a los ojos, para luego alejarlo y ver literalmente su totalidad; pero eso sería otra cuestión).
    Por su parte, en la otra versión (la posición 1 del Cap.1), se sostendría como suficiente para caracterizar la posición:
    El valor agregado intelectual presente en los productos de la imaginación simbólica los hacen irreductibles a cualquier hipotética "materia prima" figural. Lo que prevalece en su constitución es precisamente su "forma", y ésta si cupiera denominarla 'sustancia' es básicamente sustancia lógica.
    Personalmente, me inclino por la primera de las posiciones referidas. En ese sentido, acuerdo, por ej. con Arheim (1969). Este autor, previene en contra de ciertas exageraciones de algunos productos como los aludidos. Refiriéndose, por ej., al de Ouspensky (el universo bi-dimensional), y especialmente respecto al análisis de ciertas implicancias empíricas de tal clase de modelos, dice lacónicamente: "pero al pasar de lo abstracto a lo empírico la propiedad original pretendida se diluye estrepitosamente: no se estaría ante seres bi-dimensionales; simplemente éstos estarían "achatados", lo que obviamente no es lo mismo!". En síntesis, para este autor esta clase de modelos pueden tener un valor literario y hasta heurístico, pero nunca podrían -razonablemente- ser postulados como modelos o construcciones hipotéticas, strictu sensu, de ningún fenómeno real. De modo, que la negación a atribuir realidad a construcciones hipotéticas, conforme a este análisis, no podría provenir acompañada de argumentos que refieran a que se está ante entidades hipotéticas del tipo de la imaginación simbólica; al menos del tipo de las analizadas en el ejemplo.
    Para redondear la idea de lo aquí expuesto, digamos, por ej., que aún cuando se habla de espacios multidimensionales, y aún cuando no fueran representables ni aprehensibles, y sólo fueran intuibles o postulables vía operaciones lógicas; todavía seguirían conservando su -llamémosle así- materia prima espacial.
    En función de ello, no se entiende como en virtud de cualquier "estratagema lógica" se puede concebir algún modelo que aplicándose a lo mental invalide "a priori" cualquier posibilidad de representárnoslo, en todo o en parte, en términos de imaginación simpatética (o perceptual, si es relativo a aspectos conductuales observables).
  4. Las operaciones cognitivas involucradas en el estudio de la mente

    Analizaré ahora, en forma breve y a manera de síntesis de mucho de lo dicho, las operaciones cognitivas involucradas en el estudio de la mente.
    1. Existe como nivel de estudio la conducta: Aquí las operaciónes cognitivas básica son la percepción externa (la percepción propiamente dicha), la imaginación perceptual y el juicio de atribución (sobre la realidad física). La percepción externa permite el contacto con eventos objetivos, tales como: movimientos, verbalizaciones, secreciones, expresiones, concomitantes somáticos; involucrando sentidos como la vista, el tacto, la audición, etc.
    2. Existe el nivel mental, como un segundo ámbito de estudio: Aquí las operaciones cognitivas son: la percepción interna (la introspección), la imaginación simpática y el juicio de atribución (sobre la realidad mental). Mientras que a la mente propia se accede por introspección, al conocimiento de las mentes ajenas se accede a través de una conjunción entre imaginación simpatética, perceptual, atribución y razonamiento por analogía. Este último, se inscribe en una operación compleja, que funciona de la siguiente manera: luego de verificar una correlación entre un set conductual propio (vía percepción externa) y un estado mental interno (vía introspectiva), y codificarlo en términos de un par "imagen perceptual-imagen simpatética": ante la percepción (o imagen perceptual) del cuerpo del otro como isomórfica al miembro "imagen perceptual" del par antedicho, se atribuye a ese otro un estado mental imaginado en términos simpatéticos.
    Por su parte, en la figura 2, complementaria, el nivel de la mente se halla más particularizado, separando los procesos que aparecen fenomenológicamente, de aquellos restantes.
    Allí se observa:
    1. El nivel de la conducta, al que se categoriza como observable
    2. Un nivel correspondiente a la fenomenología de la experiencia consciente. Al que se categoriza como de inobservable de tipo (1). Refiere a los fenómenos a los que, tratándose del propio sujeto, puede accederse fenomenológicamente (vía introspectiva o retrospectiva), y, a los que tratándose de otro sujeto, atribuimos como existentes también en un nivel fenomenológico (sean éstos genéricos: 'piensa', 'siente', 'tiene vivencias'; o específicos: 'piensa en algo', 'le duele algo', 'tiene tal vivencia').
    3. Un nivel de carácter inconsciente. Al que se caracteriza como de inobservable tipo 2 donde se incluye: a) las estructuras de la mente (tales como MLP, Grupo INRC, estructuras profundas del lenguaje, el Ello, etc.); b) los mecanismos y funciones de carácter inconscientes (tales como mecanismos de desplazamiento, mecanismos de defensa, los mecanismos de almacenamiento y recuperación en la MLP, mecanismos inconscientes de asociación de ideas, procesos reguladores del equilibrio de las estructuras cognoscitivas, instancias de procesamiento no consciente de información, etc.) c) Un nivel de representaciones y estados latentes e inconscientes (tales como: ideas latentes no presentes en el campo de la conciencia, pero actualizable en él (vg. el preconsciente freudiano), representaciones inconscientes, pulsiones, etc.).
    En la parte inferior de la figura pueden apreciarse las funciones cognitivas que corresponden (o corresponderían) en cada caso.
  5. Las relaciones hipotéticas entre los 3 tipos de imaginación en el contexto del estudio de la mente

    Pasare ahora a considerar las relaciones entre los tres tipos de imaginación y su incidencia en la manera de concebir la mente y lo mental. Las relaciones aparecen representadas en la figura 3, donde puede leerse:
    La flecha a- La imaginación perceptual constituye un instrumento de la imaginación simpatética. Esto significa que se recurre a modelos y metáforas de tipo físico -los que implícitamente contienen la dimensión espacial- para representar lo mental. Esbozaré alguna explicación de por qué sucede esto:
    En primer lugar cabe señalar un hecho sobre el que no pocos autores (Cuatrecasas, 1968; Arheim, 1969) han insistido. Me refiero a la idea que afirma que el hombre es básicamente un "animal óptico", argumentándose que la modalidad perceptual visual se halla profundamente incorporada en nuestro sistema: cognitivo. Aquí me limito a señalar este hecho sin entrar en la consideración sobre su origen, es decir sin especular, como se ha hecho, sobre si aquello proviene de una herencia ancestral (por ej., las versiones que insisten en que el hombre fue un animal óptico antes que simbólico), o desde una perspectiva cultural que se remontaría a la antigua Grecia y especialmente a Platón, quien habría instaurado un modelo arquetípico sobre el conocimiento como una contemplación visual (Fatone, 1960).
    Pero más allá de esa mera referencia, permítaseme ensayar otro esbozo explicativo cuyo núcleo conceptual lleva primero al análisis de algunas nociones de física ingenua para luego aplicarlas al orden mental.
    En el orden físico, la noción de simultaneidad de dos acontecimientos está dada en el marco de una referencia a un mismo "ente" que cumple la función lógica de "fondo": el espacio. Además, la existencia de un espacio virtualmente divisible se constituye en la condición de posibilidad para la discriminación entre objetos y acontecimientos; así -en términos de física ingenua- la manera simple de atribuir existencia simultánea a dos objetos o acontecimientos es ubicándolos en partes diferentes de un espacio común. Sin entrar en discusiones kantianas sobre el carácter apriorístico o no de estas nociones, lo cierto es que resulta difícil pensar la simultaneidad de dos existentes fiscos de alguna otra manera; nuevamente en términos de física ingenua, si el espacio no fuera divisible (cosa que resulta difícil intuir) no seria posible concebir dos objetos diferentes, y si el espacio no fuera uno (cosa igualmente ardua de pensar) entonces carecería de sentido la noción de simultaneidad (en realidad, ante la postulación de dos espacios diferentes que no se intersectan, tema recurrente en ciencia ficción, parece ser que "la maquinaria realista de la física ingenua" tiende a adoptar el punto de vista de un espacio exterior desde donde ahora contemplar simultáneamente ambos espacios).
    Analicemos ahora lo que ocurre en el orden mental. Partamos como supuesto mínimo que nos referiremos a las posiciones que afirman la existencia de lo mental como un tipo particular de existencia, no reductible a lo conductual, neurofisiológico o informacional (ver cap. 1). Asumido ésto, señalemos que muchas veces se ha insistido (vg. cualquier manual de Psicología) sobre la idea de que los fenómenos psicológicos son no-espaciales aunque si temporales (Nótese de paso, que afirmar que son temporales surge a condición de haber previamente afirmado su existencia; ambas propiedades se implican mutuamente). Pues bien, el problema ahora es cómo podemos hacer para representarnos fenómenos psicológicos a los que atribuimos una existencia simultánea. En otros términos: ¿existirá en el orden psicológico alguna noción que pudiera ser funcionalmente equivalente a la del espacio en el orden físico?. Ante ésto así formulado, parece que existieran dos alternativas: o bien suponer que tal principio existe y tratar de averiguar en qué consiste, o bien suponer que no existe y entonces tratar de explicar cómo es que nos las arreglamos para sostener la existencia simultánea de dos (o más) hechos psicológicos. Sin embargo, a esta altura, antes de responder resulta necesaria una precisión fundamental: ¿qué tipo de hechos psicológicos simultáneos son los que se están considerando, la existencia simultánea de varias mentes o la existencia simultánea de estados psicológicos diversos en una misma mente?
    Avanzaré entonces sobre cuál es mi idea al respecto. En primer lugar sostengo, en general, que en el ámbito de lo mental no existe ningún equivalente funcional -en el sentido que se viene tratando- al espacio. Sostengo además, en particular, que los dos tipos referidos en la anterior pregunta constituyen sendos casos diferentes, con soluciones diferentes, a saber: en el caso de la existencia de varias mentes simultáneas, el modelo funcional unificador es literalmente el espacio físico, mientras que en el caso de los estados mentales simultáneos ese modelo funcional vuelve a ser el espacio pero esta vez en forma metafórica o -mejor- forzosamente metafórica. Obviamente, si lo anterior fuera correcto debería al menos quedar explicada la tendencia a imaginar la mente en términos espaciales, y el valor y alcance de esa empresa. Pasaré entonces a explicar ambos casos:
    Respecto al primero (la existencia simultánea de varias mentes) considero que el modelo se aplica de una manera sencilla a partir de dos supuestos básicos, extraídos respectivamente de lo que Searle (1985) denomina mentalismo ingenuo y fisicalismo ingenuo, a saber: el de la existencia de lo mental y el de su instanciación en lo físico-corporal (o cerebral). Así, cuando se asume implícitamente que las personas tienen mentes o estados mentales y simultáneamente no puede dejar de pensarse que las mentes están de alguna manera "encarnadas" a los cuerpos o a los cerebros (y ésto último aún en el caso de que no se tenga la menor idea sobre la manera de resolver el problema mente-cuerpo); el problema de la simultaneidad de mentes se resuelve ubicándolas en el espacio, en la misma medida en que aparecen instanciadas en entidades (los cuerpos) que a su vez lo están. Nótese que de esta manera queda salvada tanto la simultaneidad como la discriminación de los estados mentales: las diferentes mentes existen al mismo tiempo pero nunca se confunden o fusionan o interpenetran, en el sentido literal de ello.
    El análisis del segundo problema es realmente más difícil. Antes de desarrollar la respuesta hay que referir algunos ejemplos del tipo de simultaneidad bajo análisis. Existe tal presunción cuando: se cree que los estados psicológicos latentes, en tanto tales, continúan conservando su cualidad per se de mentales; o cuando se cree que existen representaciones de carácter inconsciente que no se reducen a lo fisiológico ni a lo informacional; o cuando se cree que existen algún sistema, instancia o agencia de trabajo mental inconsciente involucrada en algún proceso de resolución de problemas; o cuando se piensa que existen procesos de asociación de ideas o de inferencia inconsciente. Mi respuesta es que cuando efectivamente imaginamos este tipo de hechos nos vemos obligados a "inventarles" un espacio para ubicarlos: en tanto constituye la manera más simple de asegurar una existencia a aquellos eventuales estados de los cuales partimos. A su vez, la existencia de ese espacio virtual nos asegura al mismo tiempo su discriminación, otra de las premisas iniciales que desencadenador el proceso.
    Pareciera difícil zanjar la cuestión sin valernos de esa especie de "muletas espaciales"; tan arraigados están en nuestra mente los arquetipos de nuestros modelos ópticos-perceptuales. Sin embargo -la metáfora anterior es ilustrativa- tales "muletas" pronto incomodan y por eso rápidamente surge la prisa por aclarar que sólo se trataba de un espacio virtual, utilizado con fines didácticos, olvidándose de precisar si se trata de algo didáctico para los demás o para uno mismo, y lo que es más importante: de aclarar en qué aspecto lo es. Lo cual conduce a una cuestión central: sucede a veces que el carácter de ficción metafórica es atribuido al modelo in toto, es decir, a la de su arquitectura espacializante pero también a su "materia prima" real, (vg., los ladrillos, vg. los estados mentales atribuidos como existentes simultáneos, de lo se partió; como reza una conocida expresión: se arroja el agua sucia con el niño adentro!)
    En síntesis, he intentado explicar por qué tendemos a valernos de la imaginación perceptual como un instrumento para concebir lo mental, y al mismo tiempo he intentado describir una suerte de paradoja, que no pocas veces ocurre. Aquella que surge al desechar por metafórica una estructura espacial que "soporta" eventos que -al inicio- intuimos como existentes; terminando entonces por renegar de todos sus componentes, incluidos los últimos, so pena de que estemos adscribiendo realidad a un aparato puramente ficcional. Sin duda, un precio demasiado alto.
    Quedaría por analizar, el caso de la recurrencia a la imaginación perceptual para explicar los fenómenos psicológicos sucesivos. Creo que aquí, corresponde otro tipo de análisis, mucho más sencillo de enunciar, aunque si lo profundizara conduciría también por caminos espinosos. Concretamente, el hábito de espacializar los fenómenos psicológicos temporales deriva del hábito general de representar (o de representar reductivamente?) el tiempo en términos del espacio. En efecto, la noción metaforizadora del devenir temporal en una línea, es un hábito mental incorporado no sólo en la ciencia física sino aún en nuestra vida cotidiana (vg. tiempos que se 'alargan', 'acortan', 'se estiran', etc.).
    Digamos, por último, a este respecto, que los casos más interesantes y arduos de representación de lo mental es cuando se combinan el orden simultáneo y el sucesivo. Complicación que a su vez se potencia por el problema de conceptualizar la manera en que dos fenómenos psíquicos, que se conciben como no espaciales y que coexisten simultáneamente en un tiempo "t", logran integrarse, combinarse, fusionarse, coligarse, o sintetizarse, etc., en un segundo momento " t " + 1.
    Pasemos ahora a considerar la flecha b. Esta refiere a las relaciones reciprocas entre la imaginación perceptual y la simbólica. Lo atinente al caso ya fue mencionado en el apartado III.4, de modo que remitimos allí. Por último, respecto a la flecha c, referida a la relación entre la imaginación simbólica y la simpatética, vale decir ésto:
    Lo que aquí se agrega como novedad es que ahora la imaginación simpatética puede tomar a modo de modelos productos imaginísticos simbólicos que a su vez provienen de operaciones con el nivel perceptual. En otros términos,. una imaginación simbólica puede a su vez provenir derivada de una imagen perceptual, con lo que el sistema deviene enriquecido, aunque también demasiado complejo, motivo por el cual a veces resulta difícil inteligir lo que -simpatéticamente (?)- se encontraría determinado. Tal parece ser el caso del uso de modelos complejos de la topología aplicados al estudio del inconsciente, cuyo tratamiento excede por lejos el carácter y las pretensiones de este trabajo.
    A manera de síntesis, he intentado decir que la imaginación simpatética aporta la "materia prima" que es moldeada por la imaginación perceptual y a veces por la simbólica, en un mecanismo tendiente a dar como resultante una imagen sobre la mente. No he tratado aquí de la instancia que regula este proceso, pero la referiré más adelante: los aspectos procedimentales de la imaginación productiva, o, si se quiere, el pensamiento productivo. Por supuesto restaría conseguir una imagen adecuada de como funciona dicho proceso. Es lo que, de una manera harto preliminar, esbozaré en el próximo apartado.
  6. Modelización de procesos imaginísticos implicados en la conceptualización de teoría psicológicas.

    En función de lo todo lo analizado: ¿cómo podría representarse un modelo que diera cuneta de los diversos pasos involucrados en el proceso de imaginar la mente?:
    Se está ya en condiciones de esbozar una modelización de dicho proceso. Téngase presente que una modelización es un intento de aproximarse a la realidad de un objeto conceptual bajo estudio.
    El modelo se sintetiza en el diagrama de la figura 3.
    En un nivel general se distingue entre los hechos observables (X) de los procesos productivos (Y) y de los productos propiamente dichos (Z).
    Los hechos observables incluyen la consideración de: a) eventos conductuales (relativos a otros sujetos), y b) experiencias psicológicas (relativas al propio sujeto).
    A nivel de los procesos productivos se distinguen cuatro subsistemas:
    1. Los archivos mnémicos: En éstos se encuentra representada toda la información conductual y mental, es decir imágenes de tipo perceptual y simpatética. Además contendría información relacional entre los sets conductuales y mentales.
    2. El módulo de atribuciones: Se trataría de una diferenciación de los archivos mnémicos, donde se hallarían contenidas evaluaciones declarativas en términos de plausibilidad del contenido de aquellos.
    3. El módulo de pensamiento o (imaginación) productivo: Se trata del núcleo inferencial del sistema donde se hallarían contenidos todos los procedimientos necesarios para la manipulación de imágenes-representaciones. Estaría formado por reglas tales como: fragmentación, asociación, combinación, abstracción, fusión, razonamiento analógico, etc.
    4. Una memoria de trabajo: Este equivaldría a una memoria temporal operativa o espacio de trabajo.
    Por último, a nivel de los productos obtenidos se distingue:
    • Las imágenes sobre la mente: Aquí se incluyen: imágenes sobre la naturaleza, estructura y función de la mente tanto de carácter general (estructura global de la mente, funciones generales y propiedades globales), como especificas (por ej., mecanismos implicados en el recuerdo, estructuras y subestructuras cognitivas, propiedades de los fenómenos inconscientes, etc.).
    • Predicciones conductuales: Esto refiere a las imágenes virtuales (en términos de imaginación perceptual) donde se eslabonan probabilísticamente distintos sets conductuales o secuencias de acciones significativas, y que abarcan ejemplos que van desde destapar una botella hasta firmar un declaración de guerra)
    • Un subsistema de control de imágenes de la mente y predicciones conductuales: Su función es lograr el máximo ajuste entre c y d, reduciendo su discrepancia. Su funcionamiento sigue éstos pasos: 1. Tomar como entrada algún elemento de c (ó d). 2. Extraer sus implicancias en su complemento d (ó c), 3. Evaluar la plausibilidad en d (o en c) de las implicancias.

    Veamos ahora el sistema en funcionamiento:
    Eventos conductuales (a) y experiencias psicológicas (b) ingresan al sistema siendo almacenados en el sistema de archivos mnémicos (1) y el sistema de atribuciones (2). El modulo de pensamiento productivo (3) toma como datos información de los archivos mnémicos y del sistema de atribuciones, aplicándoles las reglas de abstracción, fragmentación, combinación, etc. Este proceso es realizado en la memoria de trabajo (4). Como resultado final del mismo surgen, a modo de salidas, las imágenes de la mente (c) y las predicciones conductuales (d), sobre las que actúa el módulo de control produciendo un determinado nivel de ajuste. A su vez, tanto las imágenes de la mente como las predicciones conductuales vuelven a reingresan al sistema de dos maneras diferentes: integrándose a los archivos mnémicos y al sistema de atribución y condicionando la interpretación de hechos observables.
    En síntesis, el modelo prescribe que los hechos observacionales son asimilados en sistemas mnémicos y de atribución y procesados a través de reglas de imaginación productiva para generar las imágenes de la mente y predicciones conductuales. Estas se autocontrolan determinando a su vez retroinformaciones sobre los hechos observados y sobre todo el sistema.
  7. Implicancias de la tesis

    Trataré ahora sobre las implicaciones de la tesis. Estas pueden ser interpretadas de dos maneras diferentes, aunque complementarias. En primer lugar, pueden ser entendidas a la manera de consecuencias lógicas o enunciados confirmables de la tesis. En ese sentido, considero que un tipo de implicaciones interesantes consistirán en el desarrollo de análisis tendientes a demostrar en qué medida la Psicología ha realizado algo análogo a lo que prescribe la tesis. La otra manera de entender aquellas implicancias es un sentido más pragmático, o si se quiere prescriptivo, ésto es: mostrar en qué sentido, de qué manera y respecto a qué propósitos, lo que se ha conceptualizado resulta útil a la Psicología.
    Para el tratamiento de ambas alternativas analizaré lo que entiendo que constituyen dos casos paradigmáticos de la imaginación científica: las metáforas y los experimentos imaginarios.
    1. Las metáforas de la mente

      El concepto de metáfora es demasiado complejo para ser tratado aquí, razón por la cual me limitaré a ofrecer sólo algunas ideas preliminares.
      En primer lugar, convengamos en que una metáfora constituye una forma indirecta de aludir a algún objeto, idea o fenómeno, a través de otro. Según el diccionario Sapiens "metáfora" es: en retórica, el "Tropo consistente en trasladar el sentido recto de las palabras en otro figurado, en fuerza de una comparación tácita". Esta breve definición resulta útil como primera aproximación, pero, sin embargo, aquí interesa más centrarnos en un análisis psicológico antes que puramente lingüístico. En este sentido, conceptualizaré a la metáfora en tanto proceso de la imaginación e instrumento del pensamiento, lo cual justifica que en adelante utilice la expresión pensamiento metafórico de manera equivalente a aquella (obviamente la dimensión lingüística está incluida en el análisis, pero ahora en términos de las relaciones entre imaginación, pensamiento y lenguaje). La elección de este tipo de análisis, y el presente contexto, justifican que no sea necesario realizar distinciones entre metáfora, analogía y alegoría.
      A continuación presentaré algunas ideas, sobre el concepto referido, convergentes con lo que se viene diciendo.
      De Vega (1984), considera a las metáforas -a su vez metafóricamente- como "amplificadores cognitivos" que nos permitirían ampliar el repertorio de los fenómenos cognoscibles y así "colonizar" conceptualmente dominios fenoménicos relativamente desconocidos".
      Siler (1993) prefiere utilizar la expresión "metaforización" como genérica de un amplio repertorio de formas lingüístico-cognitivas que, entre otras, incluirían a la metáfora, la alusión, la alegoría, la analogía, el símbolo, y diversos tropos y figuras del lenguaje que pueden involucrar los sentidos físicos y psicológicos. Además este autor es de quienes consideran que todo proceso cognitivo de carácter representacional, sea imagen, idea o cualquier otro, es intrínsecamente metafórico.
      Por su parte Lakkof y Johnson (1989) en su clásico trabajo "metáforas de la vida cotidiana" abonan la idea de que las metáforas, lejos de constituir un fenómeno emergente en el nivel lingüístico, resultan constitutivos en nuestra manera de representar el mundo. De acuerdo a estos autores, no sólo nos expresamos metafóricamente sino que así es como pensamos; y lo que es más: no podríamos dejar de hacerlo.
      En el contexto del análisis del acto creador, Koestler también anticipó un concepto afín al de pensamiento metafórico al que denominó "bisociación". Un proceso bisociativo es aquel que permite conectar conceptos aún cuando pertenecen a esferas semánticas o -en términos de Koestler- matrices alejadas. Este autor se vale de la idea de bisociación para analizar un vasto número de descubrimientos científicos e inventos.
      Por último, me referiré especialmente a Rouquette (1977) por entender que es el autor que más ha avanzado en la descripción de los mecanismos operatorios involucrados en el proceso metaforizador. En primer lugar, Rouquette define metáfora como "el proceso cognitivo donde se establece la correspondencia parcial o total de dos objetos, considerados como un conjunto de propiedades". De esta manera, quedan definidos tres campos, a los que denomina: recubrimiento, diferencia e incertidumbre. El recubrimiento constituye el espacio de intersección entre ambos objetos y la diferencia, su complemento (es decir, aquellas propiedades pertenecientes a cada uno de los objetos pero no al otro). Por último, la incertidumbre es aquella zona en que para alguno de los objetos es conocida una propiedad mientras que en el otro aparece indeterminada. En segundo lugar, el autor aclara que por definición uno de ambos objetos resulta más familiar o conocido denominándolo metaforizante, llamando metaforizado al segundo. Por último postula, a la manera de "operadores lógicos", las funciones de tautología y de negación.
      Todo aquello le permite realizar la distinción entres la funciones heurísticas y las didácticas de la metáfora, cuestión esencial al presente análisis. Así, en la primera se trataría de "negar" la zona de incertidumbre, lo que significa que se utilizara al metaforizador (objeto conocido; vg. las imágenes de la mente) para descubrir aspectos del metaforizado (el objeto de estudio; vg. la mente) que hasta ahora no se encontraban suficientemente advertidos o que simplemente eran desconocidos. Una segunda alternativa en la función heurística de los procesos metafóricos apuntaría a negar la diferencia entre metaforizador y metaforizado aunque Rouquette ve esta alternativa como menos frecuente. Opino que de hecho muchas veces termina siendo complementaria de la primera y esos es lo que, a mi juicio, corresponde al momento de forzamiento de la metáfora, uno de los graves peligros asociados a su uso. Un buen ejemplo lo tendremos al analizar la metáfora mente-ordenador donde se postulará que lo que empieza siendo una operación de negación de incertidumbre (vg. algunos aspectos funcionales de los ordenadores pueden ser útiles para comprender algunos mecanismos psicológicos) pronto se transforma en una de negación de diferencias (vg. es la afirmación reduccionista: "al fin y al cabo las mentes son esencialmente sistemas de procesamiento de información"). Por último, la negación del recubrimiento posee también su valor heurístico, correspondiendo para Rouquette a la etapa del análisis crítico de los modelos; ocurre cuando luego de considerar una serie de rasgos comunes a los dos modelos ésto comienza a cuestionarse, ahora en una suerte de "antimetáfora" (Como cuando por ej., en términos de la metáfora mente-ordenador se argumenta si bien es cierto que tanto mecanismos mentales como computacionales pueden ser descritos en términos de procesamiento de información, en rigor, en cada caso "procesamiento de información" significa cosas diferentes). En síntesis, se puede concluir en que el uso heurístico de la metáfora se encuentra al servicio del descubrimiento y de la comprensión, moviéndose dentro del sutil espacio que separa a la identificación o equivalencia de la irrelevancia, pero siempre generando ganancia informativa o valor agregado conceptual.
      Por otra parte, en cuanto al uso didáctico de la metáfora según el autor se tiene fundamentalmente una función de afirmación (tautología) sobre la zona de recubrimiento, teniendo por ende un carácter eminentemente informacional. El caso más típico correspondería al "ejemplo metafórico" en donde simplemente se busca ilustrar algún concepto. Así cuando Freud al pronunciar una conferencia sobre psicoanálisis ante un publico que no conocía su obra, para explicar el mecanismo de la represión y el retorno de lo reprimido recurre como símil a la hipotética irrupción en la sala de alguien con actitudes discordantes a la ocasión, que por eso es expulsado, retornando disfrazado; está, por supuesto, haciendo un uso didáctico y no heurístico de la metáfora, en la medida en que el símil no agrega ningún valor al concepto (aunque si lo haga al receptor). Además, resultará fácil de entender que, desde el punto de vista didáctico, operar afirmando la diferencia agrega muy poco valor informativo, y además puede resultar absurdo (vg. afirmar que: "las representaciones reprimidas no asisten a las conferencias de Freud"; a menos que se haga el esfuerzo de reinterpretarlas hipermetafóricamente!)[23].
      En síntesis, acordando la utilidad de la clasificación analizada, sólo resta señalar que a veces resulta difícil establecer el límite entre lo heurístico y lo didáctico, aún para el propio autor: ¿En qué medida puede afirmarse ante un par de concepto e imagen didáctica que la última -por más tosca que sea- es sólo la expresión alegórica del primero y no un puente que fue necesario transitar para arribar a aquél?
      Con estos elementos se está ya en condiciones de pasar considerar algunas -a veces celebres- metáforas formuladas en diferentes ámbitos de la Psicología. En casi todos los casos me limitaré a transcribirlas formulando algún breve interrogante o comentario. Esto en razón de que perseguí como propósito principal que las descripciones resulten de por sí elocuentes en relación a lo teorizado; mis observaciones sólo apuntaran a orientar al lector en alguna de esas relaciones.
      La metáfora del iceberg y el psiquismo humano
      Se trata de una las metáforas más divulgadas sobre la concepción freudiana de lo psicológico. Aunque se suele atribuir a Freud se piensa que éste la tomó de Fechner o de Lipps (Erdelyi,1987) .La presento en versión interpretada en estos términos: la conciencia es sólo una pequeña parte del psiquismo, lo que aparece en sólo una pequeña superficie , mientras que existe una mayor parte, el psiquismo inconsciente, que se encuentra sumergida; como un iceberg del que sólo podemos ver su superficie, siendo que su principal volumen permanece ajeno a nuestra percepción.
      Esta es la clase de metáfora de la que muchos teóricos (propios y ajenos al psicoanálisis) se apresuran a decir que convendría no tomar literalmente. A mi juicio, creo que existirían al menos estas razones que explicarían ese hecho: 1. a diferencia de otras sugeridas por el mismo Freud esta parece muy poco elaborada, es decir no alcanza por lejos lo que podría encuadrarse como categoría de modelo; 2. la imagen tiene un carácter puramente estático; 3. aunque obviamente no fuera el propósito de Freud, la imagen subrepticiamente aparece "cosificante", en la medida en que más que constituir una metáfora sobre espacios virtuales representada en una imagen de tipo espacial, (como la del modelo estructural del aparato psíquico "Yo-Superyo-Ello", de 1923 -1933) resulta precisamente una metáfora sobre magnitudes o dimensiones relativas resuelta en una imagen espacial isomórfica; todo lo cual a pesar de comprenderse cuesta, sin embargo terminar de aceptarse plenamente.
      Por mi parte, sostengo que de ninguna manera se trata de una metáfora "inocente" ni que haya que dejarla sólo como un recurso didáctico más o menos aceptable. Más adelante, volveré sobre el tema.
      Aparato psíquico e instrumentos ópticos
      "La idea que así se nos ofrece es la de una localidad psíquica. Vamos ahora a prescindir por completo de las circunstancias de sernos también conocido el aparato anímico de que aquí se trata y vamos a eludir asimismo toda posible tentación de determinar en dicho sentido la localidad psíquica. Permaneceremos, pues, en terreno psicológico y no pensaremos sino en obedecer a la invitación de representarnos el instrumento puesto al servicio de las funciones anímicas como un microscopio compuesto, un aparato fotográfico o algo semejante. La localidad psíquica corresponderá entonces a un lugar situado en el interior del aparato, en el que surge uno de los grandes preliminares de la imagen. En el microscopio y en el telescopio son estos lugares puntos ideales; esto es, puntos en los que no se halla situado ningún elemento concreto del aparato. La tentativa de adivinar la composición del instrumento psíquico por medio de tal división no ha sido emprendida todavía, que yo sepa. Por mi parte, no encuentro nada que a ella puede oponerse. Creo que no es licito dejar libre curso a nuestras hipótesis, siempre que conservemos una perfecta imparcialidad de juicio y no tomemos nuestra débil armazón por un edificio de absoluta solidez. Como lo que necesitamos son representaciones auxiliares que nos ayuden a conseguir una primera aproximación a algo desconocido, nos serviremos del material más practico y concreto.
      Nos representaremos, pues, el aparato anímico como un instrumento compuesto a cuyos elementos damos el nombre de instancias, o, para mayor plasticidad, desistemas. Hecho esto, manifestamos nuestra sospecha de que tales sistemas presenten una orientación especial constante entre si, de un modo semejante a los diversos sistemas de lentes del telescopio, los cuales se hallan situados unos detrás de otros. En realidad no necesitamos establecer la hipótesis de un orden verdaderamente especial de los sistemas psíquicos. Nos basta con que exista un orden fijo de sucesión establecido por las circunstancias de que en determinados procesos psíquicos la excitación recorre los sistemas conforme a una sucesión temporal determinada."(Freud, Obras Completas, pág.. 672 {lo aquí subrayado corresponde a cursivas en el original})
      Supóngase que efectivamente se acuerda respecto a la naturaleza no-espacial de las instancias en particular y del aparato en general y, en consonancia, con que baste que exista un orden fijo de sucesión. Surgen las siguientes preguntas: 1. Qué X imaginamos que circula por el aparato, es decir por las instancias o sistemas en orden fijo de sucesión. En términos del modelo de metaforización propuesto por Rouquette: si en el metaforizante (microscopio, telescopio, etc.) esa propiedad es "luz", cuál es aquí?. Si, siguiendo a Rouquette llamamos incertidumbre al campo definido por la conjunción "luz-X", le aplicaríamos el operador heurístico de "negación" para eliminarla y entonces despejar X?, o el lector juzga que se trata de una metáfora didáctica?. 2. Cuando sea lo que sea que es X aún no llego a la "instancia temporal A", ésta existe; es un entidad hipotética sin caracterizar, o caracterizada,; podemos imaginarla simpatéticamente?. 3. ¿Qué representan en el metaforizado (el aparato psíquico) aquellos "puntos ideales donde no se halla situado ningún elemento del "aparato" del metaforizador? En términos de tipos de imaginación: podríamos considerar a estos últimos como casos de imaginación perceptual? .Si ahora sobre el eventual recubrimiento punto ideal-instancia aplicáramos el heurístico de negación de recubrimiento podríamos decir :"si pero len los puntos ideales además de haber objetos hay espacio, mientras que en las instancias...?
      Por último, agrego este dato. En un artículo reciente escrito por Klimovsky (1990) donde se trata sobre el significado general de los modelos en ciencia y el uso particular que Freud hace de ellos en el ya célebre capítulo VII de la "Interpretación de los sueños", el autor dice: "El "modelo telescópico" con el que Freud explica sus ideas en el capitulo VII tiene un propósito didáctico, ésto está claro. Pero como el telescopio involucra espacio físico, muchos lectores han sucumbido al error de entender la "tópica" freudiana como implicando que las cargas psíquicas o las catexias se mueven realmente en el espacio físico. La noción matemática de "espacio" y la de "lugar" no son aplicables únicamente al espacio físico, sino también a toda estructura concreta o abstracta que cumpla ciertas condiciones relacionales. Así hay espacios de sonidos, de valores y hasta ideas. La naturaleza del espacio del que Freud habla sólo puede captarse parcialmente extrayéndola de los postulados de la teoría. Todo lo demás es extrapolación y es un error metodológico." Entonces, habría que revisar nuevamente que es lo que se esta atribuyendo, si es que algo, en los mismos postulados de la teoría.
      La metáfora fotográfica de la censura
      "Podríamos encontrar una analogía aproximada, pero adecuada, de esta supuesta relación de la actividad consciente con la inconsciente en el campo de la fotografía. El primer estadio de la fotografía es el "negativo"; toda imagen fotográfica ha de pasar por el "proceso negativo", y algunos de esos negativos, que son examinados y aprobados, son admitidos al proceso positivo, que acaba en la imagen" (Freud citado en Erdelyi, 1987).
      Aquí aparece algo sobre lo que volveré al analizar la metáfora del iceberg: Tanto el "positivo" como el "negativo" tienen, en el metaforizador, al menos dos aspectos esenciales en común: se trata de la representación de un cierto tipo de estructura icónica o figural realizada en similar soporte; desde esa perspectiva estructural la representación es cuando menos isomórfica. Por otra parte: siempre en el metaforizador (el ámbito de la fotografía), para que el proceso selectivo funcione - y como en cualquier sistema de control- es necesario que se realice una comparación o "matching" entre un objeto a evaluar y un modelo-patrón que represente los criterios de admisibilidad, cosa que en este caso quedaría reservada a la acción de un operador humano que coteja el negativo contra alguna imagen interna (advirtiéndose, por otra parte, que en algún momento ambas imágenes deben existir simultáneamente, al menos en la mente del operador). La pregunta, entonces, es simple: desde el punto de vista psicológico, es decir en el objeto metaforizado, ¿cuántas simultaneidades son necesarias antes durante y después del proceso?
      La metáfora de la corriente de la conciencia
      "La conciencia no parece, pues, dividirse en fragmentos. Palabras como "cadena" o "serie" no la describen adecuadamente tal como se presenta en primer lugar. Nada se junta: fluye. Un "rio" o un "arroyo" son las metáforas por las cuales se describe más naturalmente. Al hablar de esto en lo sucesivo llamémosle el torrente del pensamiento, de la conciencia o de la vida subjetiva" (W. James, Principios de Psicología, pág..257 {el subrayado corresponde a cursivas en el original).
      Pero quizás se trate de un río muy particular del que sólo se ve una pequeña sección indisolublemente unida a la anterior. Pero se ve una sección desde el punto de vista del observador externo o más bien se está dentro mismo del flujo. Si lo primero: en el metaforizador, el pasado (el caudal de agua que ya traspuso el punto de mira del observador) sería literalmente lo irrecuperable: no deja huellas. Si lo segundo: "el agua" que va apareciendo se va incorporando o fusionando a su vez al punto del flujo en que viaja el observador entonces: A que nueva metáfora perceptual, simpatética, o simbólica deberíamos recurrir para comprender ésto? (Volveré sobre la cuestión en el capítulo sobre conciencia, memoria y holograma).
      La metáfora holográfica sobre la memoria
      "Estas propiedades del holograma son exactamente las requeridas por los hechos de la fisiología cerebral (...) Uno de los resultados más desconcertantes es que la extirpación de hasta un 80 % del mecanismo de entrada sensorial, no perjudica la percepción de pautas (...) Ante esta percepción relativamente intacta no puede verosímilmente concebirse que en el individuo intacto estas conexiones produzcan imágenes ordinarias isomórficas o icónicas. Pero el dilema se resuelve si se postula que estas conexiones receptocorticales esencialmente paralelas constituyen un rayo de referencia neural para la representación holográfica. pues ya se señaló la inusual propiedad de que cualquier parte pequeña puede utilizarse para la reconstrucción de la imagen total. Cualquier parte del holograma contiene toda la información necesaria para reconstruirlo." (Pribram, 1977).
      "El modelo holográfico es a nuestra concepción previa del cerebro lo que un holograma es a una fotografía común. No existe una correspondencia punto a punto entre los objetos 'de afuera' y la imagen de la placa, y no existe una correspondencia uno a uno entre la experiencia humana y puntos del cerebro. De algún modo, según la teoría holográfica el cerebro absorbe información de afuera en forma de ondas y la almacena de manera análoga a como la placa holográfica almacena la imagen holográfica (...) Cambiando el ángulo de la placa fotográfica y la frecuencia del rayo laser, se pueden registrar miles de imágenes y luego recrearlas como hologramas. Quizás el cerebro (...) realiza algo similar creando en cierto modo una organización de patrones de interferencia. Al aprender o recordar, podríamos estar decodificando y recodificando ondas a la manera de una transmisión televisiva que convierte imágenes en ondas y nuevamente otra vez en imágenes. Quizás nuestra atención, un deseo, una necesidad o una pregunta sin respuesta, actúan como el equivalente de un rayo de reconstrucción que genera imágenes holográficas cuando está dirigido hacia un patrón de interferencia. El resultado en la mente podría ser la recreación de una imagen o una idea, como en el caso de la memoria, o -yendo más allá de las actuales capacidades del holograma- una imagen o pensamiento completamente nuevo que combina elementos de entre los patrones almacenados." (Goldberg, 1991)
      Si (en el metaforizado) nuestros procesos atencionales son como el rayo laser (metaforizador) que se dirige a las huellas mnémicas cerebrales que se encuentran representadas por los patrones de interferencia: donde situar la placa holográfica (la imagen activada, los patrones neurales activados)? Y por otra parte, que tipo de rayo laser es el que actúa cundo las imágenes parecen surgir espontáneamente sin ninguna orientación atencional, es decir de manera centrifuga? (volveré sobre el tema en el capítulo sobre memoria, conciencia y holograma).
      La metáfora computacional sobre los estados alterados de conciencia
      "Un ASC (estado de conciencia alterado) se puede definir, a los fines de este artículo, como una alteración cualitativa de la pauta global del funcionamiento mental, tal que quien la vivencia siente que su conciencia es radicalmente diferente de la manera en que ordinariamente funciona. Un SOC (estado de conciencia) se define, pues, no en función de ningún contenido de la conciencia en particular, ni de ningún comportamiento especiíico o cambio fisiológico, sino en función de la configuración general del funcionamiento psicológico. Una analogía con el funcionamiento de la computadora puede aclarar esta definición. Una computadora tiene un programa complejo con muchas subrutinas. Si la reprogramamos de manera completamente diferente, el mismo tipo de datos de entrada puede ser manipulado de maneras muy diferentes: nuestro conocimiento del programa antiguo nos permitirá predecir muy poco sobre los efectos de la variación de entrada, aún cuando los dos programas, el viejo y el nuevo, tengan subrutinas en común. El programa nuevo, con sus interacciones entrada-salida, debe ser estudiado aparte e independientemente. Un ASC es similar a cambiar temporalmente el programa de una computadora." (Tart, 1979, pp. 313)
      Entre los estados alterados de conciencia se cuentan la hipnosis, el sueño (algunos autores dudan de incluirlo), las experiencias místicas, los efectos de drogas alucinógenas y otras, los efectos de la deprivación sensorial, cierto tipo de desmayos, etc. Ante ésto cabría preguntar en qué ayuda la analogía para transmitir ése significado. Servirá para proporcionar una imagen hipotética sin caracterizar?. Por ej., si ahora alguien nos manifestara haber comprendido lo que son los estados alterados de conciencia; para él son aquellos que experimenta los domingos al gritar en la cancha cuando juega el equipo del cual es hincha fanático. En términos de la imagen simpatética aparentemente operada por la metáfora de Tart: ¿Qué deberíamos concluir?
      Reflejos interiores y alucinaciones
      Imagínense a un hombre sentado en su estudio observando por la ventana el movimiento de los árboles, el paso de los coches (...) Cuando anochece, ya no puede ver nada por la ventana. Pero en la chimenea el fuego arde vigorosamente. Ahora cuando mira a través de la ventana, ¿qué ve?: su propio reflejo y las imágenes del mobiliario. Cuando oscurece, cuando nuestros sentidos no tienen acceso al mundo exterior -como en la privación sensorial o el sueño- contemplamos el 'mobiliario' de nuestra propia mente, sus imágenes almacenadas." (Siegel, citado en Hooper y Teresi, 1986; la idea es originaria de Huglin Jackson)
      Valen similares comentarios que los de la última pregunta sobre hologramas y memoria, aún cuando, obviamente, aquí haya mucho más.
      El modelo de la gelatina y la determinación del presente por el pasado
      "Lo que le sucede a los diseños colocados sobre la superficie-memoria, lo determinan, en gran parte, las huellas dejadas por los diseños anteriores. La superficie-memoria no es más que un sistema que permite que la información del pasado actúe recíprocamente con la información del presente de una manera auto-organizadora, auto-selectora y auto-maximizante.
      La posición y movimiento de la zona activada sobre la supeficie-memoria dependen de los contornos y éstos son determinados en buena parte, por lo que le haya sucedido antes a la superficie. Se necesita un modelo en el cual un diseño colocado sobre la superficie deje una huella permanente que afecte al próximo diseño que se coloque sobre ésta. De esa manera, los contornos de la superficie constituirán una grabación esculpida de todo lo que le haya sucedido a la superficie.
      Una gelatina corriente, hecha en un plato llano, nos proporcionará ese modelo que necesitamos. La superficie plana de la gelatina es la superficie-memoria virgen. El diseño entrante es agua caliente que se vierte sobre la superficie en diferentes sitios con una cucharita. En vista de que la zona de activación es limitada, se utiliza solamente una cantidad fija, como la de la cucharita. Mientras esté caliente, el agua disuelve la gelatina. Luego vaciamos el agua, y queda una impresión de poca profundidad; después colocamos otra cantidad y así sucesivamente. De esa manera, quedan esculpidos sobre la superficie de la gelatina los contornos, según los lugares donde se ha colocado el agua caliente. Una vez que se hayan formado los hundimientos y los canales, el agua no se quedará más donde se coloque sino que correrá hacia nuevas posiciones. Por ej., si la segunda cucharadita de agua corre hacia el hundimiento formado por la primera, ese hundimiento se profundizará, mientras que habrá poca erosión donde la segunda cucharadita de agua caliente se haya colocado. De esta manera los diseños entrantes son guiados por los contornos esculpidos por los diseños anteriores, y a través de ese proceso dichos contornos se hacen más definidos." (De Bono, 1969. "Los mecanismos de la mente).
      He transcripto la anterior metáfora, que por momentos pudiera resultar tediosa, con el propósito de ilustra dos aspectos: 1. Cómo a veces, el modelo metafórico es el resultado a una incógnita determinada por una multiplicidad de ideas y razonamientos anteriores. Así con "retazos" de imágenes se determina un esquema abstracto pero a la vez difuso,.que origina la búsqueda de una imagen mnémica o construida ad-hoc que actúa a modo de acople y solidificación de aquel modelo. Al principio de la transcripción De Bono refiere a esa parte de su proceso de búsqueda. Por otra parte, el anterior fragmento también es elocuente del nivel de detalle en que a veces es realizado el proceso interactivo de comunicación entre el metaforizador y el metaforizado. (Por último, destaco que en el ejemplo corresponde al inicio de un capítulo de un trabajo donde se describe toda una familia de modelos sobre mecanismos mentales; en el desarrollo del capítulo se analizan las implicancias, que en el relato resultan demasiado parcas).
      Pensamiento y lenguaje, nubes y gotas de lluvia
      "El pensamiento no está formado por unidades separadas como el lenguaje. Cuando deseo comunicar el pensamiento de que hoy vi a un niño descalzo con una blusa azul corriendo por la calle, no veo cada aspecto en forma separada: el niño, la camisa, el color azul, la carrera y la carencia de zapatos. Percibo todo ésto en un sólo pensamiento pero lo expreso en palabras separadas. El que habla tarda, en general, varios minutos para exponer un pensamiento. En su mente el pensamiento completo está presente simultáneamente, pero en el lenguaje debe ser desarrollado en forma sucesiva. Un pensamiento puede compararse a una nube que arroja una lluvia de palabras." (Vygotsky, 1964).
      Creo que se trata de una metáfora didáctica, Con todo, me parece que puede profundizarse. En rigor, contrasta con otra propuesta por Saussure (1979), cuando dice: "(...)considerado en sí mismo, el pensamiento es como una nebulosa en la que nada está necesariamente limitado (...) Frente a este reino flotante ¿ofrecerán los sonidos por si mismos entidades provistas de antemano? Tampoco la sustancia fónica no es más fija ni más rígida; no es un molde a cuyas formas el pensamiento debe adaptarse necesariamente, sino una materia plástica que se divide a su vez en partes distintas para suministrar los significantes que el pensamiento necesita. Podemos representar el hecho lingüístico en su conjunto, es decir la lengua, como una serie de subdivisiones contiguas proyectadas a la vez sobre el plano de las ideas confusas y sobre el plano no menos indeterminado de los sonidos." (Curso de lingüística general, pp. 192).
      La pregunta, en relación a ambos metaforizadores es: ¿Son las palabras como las gotas o como partes de las nubes?. Nótese que en términos de Rouquette se tiene ahora la relación entre tres elementos: dos metaforizadores para un mismo metaforizado. De modo que lo que previamente habrá que aclarar, es si la "amorfidad" que Saussure otorga a la sustancia fónica significa lo mismo que la amorfidad que Vygotsky adscribe el pensamiento (mecanismo heurístico de negación del recubrimiento).
      Memoria, conciencia y el block maravilloso
      "Si después de escribir sobre el block maravilloso separamos con cuidado la hoja de celuloide de la de papel encerado, seguimos viendo lo escrito sobre la superficie de este último y podemos preguntarnos qué tilidad ha de tener la hoja de celuloide. Pero enseguida advertimos que el papel encerado se rasgaría o se arrugaría si escribiésemos directamente sobre él. La hoja de celuloide es, por tanto, una cubierta protectora del papel encerado (...) El celuloide es 'un dispositivo protector contra las excitaciones' (...) La analogía no tendría mucho valor si terminase aquí. Pero aún va más lejos. Si levantamos toda la cubierta, desaparece definitivamente lo escrito. La superficie queda limpia y dispuesta a acoger nuevas anotaciones. Pero no es difícil comprobar que la huella permanente de lo escrito ha quedado conservada sobre la lámina de cera, siendo legible a una luz apropiada. Así pues, el block maravilloso (...) resuelve el problema de reunir ambas facultades distribuyéndolas entre dos elementos -sistemas distintos-, pero enlazados entre sí. Coincide, exactamente, con la hipótesis sobre nuestro aparato anímico perceptual. La capa que acoge los estímulos no conserva su huella permanente, y los fundamentos de nuestra memoria nacen en otro sistema vecino." (Freud, 1924).
      ¿Iaginación perceptual pura al servicio de la imaginación empática?
      Block maravilloso, tentáculos y las relaciones entre memoria e inconsciente
      "En el block maravilloso, la escritura desaparece cada vez que suprimimos el contacto entre el papel receptor del estímulo y la lámina de cera que guarda la impresión. Esto coincide con una idea (...) sobre el funcionamiento del aparato psíquico perceptor. Hemos supuesto que desde el interior son constantemente enviadas al sistema perceptor y retiradas de él inervaciones de carga psíquica. En tanto que el sistema se mantiene investido de energía psíquica recibe las percepciones acompañadas de conciencia y transmite el estímulo a los sistemas mnémicos inconscientes. Pero cuando la carga de energía psíquica es retraída de él, se apaga la conciencia y cesa la función del sistema. Es como si lo inconsciente destacase, por medio del sistema receptor y hacia el mundo exterior, unos sensibles tentáculos y los retrajese una vez comprobados los estímulos. (...) Adscribimos las interrupciones que en el block maravilloso provoca una acción exterior al efecto de una discontinuidad de las inervaciones, y en lugar de una supresión real del contacto suponemos una insensibilidad periódica del sistema perceptor. Si se imagina que mientras una mano escribe en el block maravilloso, hay otra que levanta periódicamente la cubierta, se tendrá una idea de la forma en que hemos tratado de representar la función del aparato psíquico perceptor." (Freud, 1924).
      ¿Metáfora didáctica o heurística? ¿Imaginación simpatética soportada por una imagen perceptual conducente a una simbólica?
      La metáfora de la tabula rasa y la mente al nacer
      "Supongamos que la mente es, como nosotros decimos, un papel en blanco, vacío de caracteres, sin ideas. ¿Cómo se llena? ¿De dónde procede el vasto acopio que la ilimitada y activa imaginación del hombre ha grabado en ella, con una variedad casi infinita? A esto respondo con una palabra: de la experiencia." (Locke, 1985 {original de 1 })
      Sí, pero ¿qué significa el papel blanco metaforizador aplicado a lo metaforizado (la mente)? ¿cuáles son sus propiedades (no ya sus contenidos) iniciales? Porque es claro que en aquel papel no se podría escribir con cualquier cosa. Pues bien, estas preguntas inocentes históricamente dieron lugar al debate filosófico sobre lo que efectivamente debía interpretarse respecto a la célebre afirmación de Locke. (Al respecto, véase el concepto "tabula rasa" en Ferrater Mora, Op.. cit.)
      El inconsciente como estructura sobreimpresa
      "El inconsciente no es el fondo dispuesto para dar mayor brillo y profundidad a la composición pintada: Sería el antiguo esbozo recubierto antes de volver a utilizar la tela para otro cuadro. Si empleamos una comparación del orden musical, el canto del inconsciente no es el contracanto de una fuga o los armónicos de una linea melódica: es la música de jazz que uno oye a pesar suyo tras el cuarto de Haydn escuchado en una radio mal ajustada o demasiado poco selectiva. El inconsciente no es el mensaje, aún extraño, aún cifrado que uno se esfuerza por leer en un viejo pergamino: es otro texto, escrito debajo, que hay que leer por transparencia o con la ayuda de un revelador" ( S. Leclaire, citado en Rifflete Lemaire, 1986).
      ¿Metáfora didáctica o heurística; imaginación perceptual al servicio de la empática? Manera sui-generis de resolver el problema de la simultaneidad de lo psicológico primero recurriendo a una imagen perceptual pero de carácter auditivo y luego a una visual pero en donde dos ordenes parecen hallarse "superpuestos" en un mismo (?) espacio ?; quizás un holograma en ciernes?
      Pulsión humana y "homelettes"
      "Imagen muy esclarecedora de los inicios de la vida humana, de la manera en que se origina lo que habitualmente denominamos pulsión, precisa en ella el estatuto imaginario del sujeto y el objeto antes de la formación del inconsciente mediante el acceso a lo simbólico . J. Lacan, siguiendo su inspiración, se lanza a emitir una serie de metáforas de estilo bastante humorístico". Hasta aquí Rifflete Lemaire (1986 ), luego citando al propio Lacan , así: "El "infans" es como un huevo roto que se expande en "homelette". {aclara Lemaire, que alude a la pulsión tal como cabe representarla en el origen) (...) Para evitar que la homelette invada con exceso y lo destruya todo a su paso, conviene circunscribirla, asignarle unos límites. La libido, la pulsión, será mantenida por los límites corporales que se presentan como un borde cerrado. La libido se ve incapaz, pues, de expansionarse de otra forma que por medio de "zonas erógenas", a manera de válvulas hacia y por el exterior." (Rifflet Lemaire, 1986, citando a Lacan).
      Y si se toma "menos humorísticamente" la didáctica (?) metáfora del "homelette", de una manera heurística? Dejo al lector tan ardua tarea:
      La metáfora del Iceberg y el psiquismo: Un modelo de análisis
      Por último, deseo desarrollar uno de los ejemplos con un mayor nivel de detalle. Retomaré para ello la metáfora del iceberg.
      En la fig. 5 se esboza un intento de formalización. Como allí podrá apreciarse se trata más bien un tipo de metáfora relacional (es decir, donde lo que aparece como zona común o recubrimiento resulta más bien propiedades relacionales que intrínsecas de los objetos). De este modo, tanto en el metaforizador (objeto A: iceberg) como en el metaforizado (objeto B: aparato psíquico) se distingue una propiedad X de una propiedad Y. Así, la metáfora puede expresarse en términos de una analogía de proporciones: X' = X .
      Ahora bien, si la tomamos como una metáfora didáctica, deberíamos circunscribirnos a la zona de recubrimiento y simplemente hacerla explícita. Es decir: X' es a Y' como X es a Y porque "es la porción mínima, emergente y observable de aquello que constituye la porción mayor e inaccesible", etc. Sin embargo, en términos de una metáfora heurística la atención se centraría sobre el campo de incertidumbre tratando de eliminarlo. Así, se daría lugar al siguiente razonamiento: en el metaforizador (iceberg) tanto X como Y participan de una misma sustancia (descripta a diferente nivel: hielo, agua congelada, moléculas en determinada disposición, etc.); si llamamos W a dicha sustancia surge la pregunta inevitable: ¿habrá un equivalente a W en el objeto metaforizado (aparato psíquico)?, y si la respuesta es afirmativa habría que precisar cuáles son sus propiedades. En términos de analogía de proporción lo que se tendría ahora es: si X e Y son una parte de una única sustancia (W) de A (objeto metaforizador); ¿X' e Y' serán una parte de una única sustancia o aspecto (W') de B (objeto metaforizado)?
      En realidad, consultando a Freud parte de la pregunta parece estar respondida, en tanto que en el postulado básico del cual se partió, se haya implícita la mención a dicha propiedad global (vg. aparato psíquico), y por otra parte Freud insiste en el carácter psíquico sui generis de los fenómenos inconscientes. Pero como el problema es que la propiedad definitoria de lo psíquico se encontraba conferida por la conciencia, al suprimir dicho aspecto definitorio (por definición) en los fenómenos inconscientes advertimos que lo psíquico adquiere ahora la forma de una entidad hipotética de caracterización difusa.
      Para explicarlo en otros términos: desde el punto de vista semántico, cuando existen dos subtipos (manzanas y naranjas) de un mismo género (frutas), se dice que los subtipos "heredan" las propiedades del género al que pertenecen (ser vegetales, etc.). En ese sentido, ¿qué significado heredará ahora el concepto inconsciente del concepto psíquico?; y el de conciencia?
    2. Los Experimentos Imaginarios
    Analizaré ahora el caso de los experimentos imaginarios. Un experimento imaginario o mental (en aleman: gendaken experiment) es el planteo especulativo de una situación hipotética con el propósito de extraer alguna implicancia.
    El uso de experimentos imaginarios tiene una larga tradición en física. Entre los más célebres se cuentan los de Demócrito, Galileo y Einstein. En física cuántica ha dado lugar a un sinnúmero de hipótesis interesantes y uno quizás mayor de polémicas sobre sus abusos. Como en el caso de las metáforas el límite entre la utilidad y la confusión es a menudo borroso. Una buena síntesis del tema puede encontrarse en el trabajo de Popper (1980): "Sobre el uso y abuso de experimentos imaginarios". Allí el autor propone distinguir entre usos válidos (a los que denomina: uso crítico y uso heurístico) de lo que denomina usos apologético, correspondiente a un mal uso o abuso. Para ofrecer una idea más exacta de lo que ésto significa transcribiré algunos ejemplos extraídos del referido trabajo, donde se analizan los casos de Galileo y Demócrito como ejemplos de los usos crítico y heurístico, respectivamente de experimentos imaginarios. Dice Popper:
    "Alli (en la crítica de Galileo a la teoria del movimiento Aristotélico) se desaprueba la suposición aristotélica de que la velocidad natural de un cuerpo más pesado sea mayor que la de uno más liviano.: "Si tuviéramos dos móviles -argumenta el portavoz de Galileo- de velocidades naturales diferentes, seria de esperar que uniendo el más tardo al más veloz, este seria en parte retardado por el más tardo, y el más tardo en parte acelerado por el más veloz; así pues: (...) sin embargo, este compuesto (que es mayor que la primera piedra sola) se moverá más lentamente que la primera piedra sola, que es menor: lo que está en contra de tu suposición" (...) Encuentro en el experimento imaginario de Galileo un modelo perfecto del empleo mejor de los experimentos imaginarios: el empleo crítico. (...) su uso heurístico, es muy valioso, (...) un ejemplo antiguo es la base heurística del atomismo. Imaginamos que tomamos un trozo de oro, o de otra substancia, y que lo partimos en trozos cada vez más pequeños "hasta que llegamos a partes tan pequeñas que no pueden subdividirse más": se trata de un experimento que se emplea para explicar los "átomos indivisibles" .(Popper, pp. 412-413)]
    Otro caso célebre refiere al experimento mental de Einstein, cuando imaginó las consecuencias que sobrenendrían de "viajar montado en un haz de luz (Holton,1987); algunos autores insisten en que parte del núcleo de la teoría de la relatividad es el desarrollo teorético de las implicancias de esa intuición. Para continuar, corresponde destacar que, desde un punto de vista lógico un experimento imaginario presenta la estructura de un condicional: P --> Q, donde P representa el experimento mental propiamente dicho y Q las implicancias o "moraleja" que cabe extraer. Ahora bien, desde un punto de vista semántico Q puede significar cosas disímiles. Asi, por ejemplo. para Popper puede significar ora una proposicion incompatible con P (como el caso del ejemplo galileano), ora un concepto nuevo (el caso de Demócrito). Por mi parte, considero que puede significar muchas otras cosas, pero deseo particularizar especialmente una: la elucidación de un significado hasta ahora implícito o no reflexionado. En este caso, la utilidad no es probar ni realizar un análisis critico, sino más bien contribuir a hacer explícitos una serie de supuestos relevantes. Se trataría entonces de un uso al que correspondería calificar como mayéutico, explicitador o elucidador. Lo llamaré explicitador. Además, me parece necesario identificar un caso de experimento imaginario donde simplemente se propone una situacion P, que deliberadamente puede ser fantástica, con el propósito de explorar un espacio conceptual al que de otra manera no nos sería "legítimo" acceder. Esto es lo que De Bono llama provocación operativa (PO), una de las técnicas de pensamiento lateral.
    En síntesis, quedan entonces definidos cuatro tipos de experimentos imaginarios: críticos, heurísticos, explicitadores y de provocación operativa. (Por supuesto, algunos se solapan).
    A continuación, referiré brevemente algunos ejemplos vinculados a la Psicología:
    El test de Turing y el pensamiento artificial 

    Para clarificar el significado de la pregunta ¿Puede pensar una máquina? Turing (1950) nos pide que imaginemos lo siguiente (en versión interpretada):
    Supongamos {situación P} que detrás de una pared se encuentran un humano (A) y una máquina computadora (B) con las que un observador (O), desde este lado, puede comunicarse por medio de dos terminales X e Y. El objetivo de (O) es distinguir a (A) de (B;) el de (A) es facilitar las tarea a (O) mientras que el de B es hacerlo confundir, engañándolo. Podrá (O) distinguir en X e Y a (A) y a (B). Para Turing, en el resultado {Q} (en la medida en que Turing sostiene que en la eventual imposibilidad de (O), se refleja el pensamiento de la máquina); se expresa (operacionalmente) la respuesta a la pregunta ¿Puede pensar una máquina?
    Pareciera asistirse a un experimento imaginario de tipo explicitador, en el sentido de que Turing pareciera querer definir el significado que adquiere un concepto como en este caso pensamiet en un contexto determinado. Volveré sobre algunas críticas al test de Turing en otro capítulo.
    El enigma del cuarto chino y la comprension real
    Corresponde a la réplica de Searle (1985) a algunas pretensiones de la llamada Inteligencia Artificial Fuerte, basadas en el test de Turing. Dice así (en versión interpretada):
    Supongamos {P} que estoy sentado ante un escritorio en el centro de una habitación. Y que se me pide como tarea ordenar unos garabatos, que se me entregan a través de una primera puerta, a los que identifico por su forma pero sin poder atribuirle ningún significado. Para realizar mi tarea se me da un libro de instrucciones escrito en castellano donde se me informa como debo proceder para ordenar los garabatos. Se me dice, además, que una vez concluida mi tarea debo entregar el resultado por una segunda puerta. Supongamos, finalmente, que sin que yo lo sepa: existen afuera personas que hablan chino; que llaman computadora a la habitación, historias y preguntas sobre historias a los garabatos de la primera puerta, respuestas sobre historias a lo que sale por la segunda puerta y programa al libro de instrucciones; y que dicen entonces, que la computadora comprende historias. Mientras {consecuencias Q} yo, desde aquí adentro, puedo asegurar que no he comprendido nada.
    Estamos aquí ante un experimento imaginario de tipo crítico.
    La mente y la estatua de Condillac
    Se trata de un caso célebre como fundacional de la corriente filosófica sensista en gnoseología (Fatone, 1960). Reproduzco la idea en versión interpretada (y reducida):
    Imaginemos {P} una estatua inerte a la que la dotamos del sentido del olfato, luego de la vista, luego del tacto, y así sucesivamente. Así ,{Q}, se tendrá una mejor idea de como la mente adquiere todo su conocimiento.
    La conciencia inconsciente de Bergson
    Se trata de un experimento imaginario tan simple que ni siquiera parece tal. Sin embargo, analizar sus implicancias podria, para la Psicología, resultar una tarea infinita. Lo expresaré en su formula más sencilla.
    Imaginemos {P} una conciencia sin memoria; sería {Q} paradógicamente inconciente.
    Sin duda, se trata de un experimento imaginario de carácter heuristico-explicitador.




    Antes de avanzar con algunos experimentos imaginarios personales, quiero destacar otro aspecto importante de aquellos, a saber: su contribución a la explicitacion de hipotesis psicologicas en "tiempo real". Me explicaré: muchos constructos psicológicos pueden parecer formulados como entidades hipotéticas sin caracterizar. Sin embargo, cuando se los usa aplicados a casos reales parecen aludir a procesos que se desarrollan en el tiempo, secuencialmente o paralelamente. Lo que cierto tipo de experimentos imagínisticos, vg., los que se presentan a continuación, apuntan -entre otras cosas- a "precipitar" son los mecanismo procesuales involucrados en ciertos términos hipotéticos, por supuesto cuando los hay.
    El experimento imaginario del psicógrafo I
    El psicógrafo consiste en un aparato detector de estados mentales, conductuales y cerebrales. A su vez es un instrumento de alta sensibilidad: donde quiera que exista un fenómeno mental real lo registra, sea consciente o inconsciente. Además informa sobre la transición de un tipo de estado en otro, aspecto que simboliza en el trazado de una gráfica con colores cambiantes en consonancia a ello. Por último, posee un selector por el cual se separa la secuencia causal de un acto determinado, dentro de un intervalo temporal también determinado. El psicógrafo se puede llevar puesto como un reloj. En síntesis, el psicógrafo detecta cualquier estado real discriminable e informa a qué tipo pertenece.
    Supongamos ahora que se acaba de analizar la secuencia en que una persona acaba de abrir un paraguas como cumplimiento de una orden posthipnótica, manifestando que lo hizo, porque quería corroborar si estaba sano. En la figura 6 se halla graficada una línea que representa tiempo y donde se ubican tres hipotéticos momentos. Estos han sido postulados por alguna persona (Ud., yo, un psicólogo, etc.) y pueden o no coincidir con la detección informada por el psicógrafo (que es lo que refleja lo que en realidad de lo ocurrido). ¿Podría el lector responder algunas de las siguientes preguntas?
    1. ¿Registró el psicógrafo algo en (X), como distinto de (Y)? En caso afirmativo: ¿de qué tipo? (mental, informacional, neuronal, conciente (aún cuando fuera un estado conciencia intrínseco aunque simultáneamente inadvertido para el sujeto); ¿algo diferente a cualquiera de las anteriores?, ¿qué?
    2. ¿En qué momento (Y) adquiere su naturaleza; o, en que momento (X) se transforma en (Y)?, ¿ Y en virtud de qué proceso? (cambio paulatino o brusco del color en la traza psicográfica). Por supuesto, el abordaje de la pregunta será condicional a la respuesta anterior.
    3. ¿En qué estado se encuentra el hipotético sistema inconsciente en (1); y el sistema conciente en (2)?

    El experimento imaginario del psicógrafo II
    Ahora utilicemos el modelo anterior, para clarificar cuestiones relacionadas con la simultaneidad y las comunicaciones entre los sistemas neuronal, inconsciente y consciente.
    La figura 7 muestra básicamente tres tipos de relaciones entre sistemas: la flecha vertical representa la simultaneidad de estados entre dos sistemas; la flecha horizontal representa la transición de estados dentro de un mismo sistema, y por último, las flechas oblicuas representan transiciones de estado entre sistemas.
    ¿Podría ahora responder a las siguientes preguntas?:
    1. ¿Qué tipo de enlaces son válidos en 1 y 2?
    2. ¿Puede el cerebro actuar sobre el sistema inconsciente (o sobre la conciencia) sin hacerlo sobre el sistema conciencia (o sobre el inconsciente)?
    3. ¿Existen varios niveles de Inconsciente? ¿En qué se diferencian?








    En síntesis, ambos casos del experimento del psicógrafo se inscriben como casos particulares de experimentos imaginarios explicitadores. ¿Ayudaron al lector para reflexionar sobre algún supuesto?
    Experimento imaginario sobre tiempo y percepción subliminal

    Para este experimento es necesario partir de los siguientes datos hipotéticos:
    Principio 1: Existe el fenómeno de la percepción subliminal, el cual se da ante una exposición temporal de un estímulo por debajo de un umbral necesario.
    Situación 1: Si se aumenta el intervalo temporal de exposición al estímulo, éste será percibido.
    Ahora vayamos al planteo de dos problemas:
    1. Situación 2: Si se pudiera 'dilatar' el tiempo psicológico: ¿sería ello equivalente a la situación 1?
    2. Situación 3: Si se 'comprimiera' el tiempo psicológico: ¿dejaríamos de advertir estímulos que habitualmente advertimos?
    Como se podrá apreciar se trata de un típico caso de experimento imaginario en términos de provocación operativa, en donde se comienza por plantear una situación [P] de incierta plausibilidad, con el propósito de señalar ciertos aspectos genéricos [Q] de un tema-problema (mecanismos de recepción, elaboración y codificación perceptual; velocidad del pensamiento; noción de tiempo psicológico).
  8. Algunas cuestiones epistemológicas de carácter final

    En este último punto seré breve. Básicamente puntualizaré dos cuestiones:
    1. El ámbito epistemológico donde debiera circunscribirse la presente tesis.
    2. La relación entre lo que en epistemología se conoce como el problema del estatuto gnoseológico de las teorías, el significado dado al concepto de imaginación en este capítulo y las dimensiones relativas a los propósitos y metapropósitos, realizadas en el capítulo anterior.
    Respecto a lo primero, todo lo que corresponde decir se encuentra graficado en la fig. 8. Como allí se aprecia los procesos imaginísticos, inherentes a un nivel psicológico, se reservan por entero al contexto de descubrimiento. Es recién al expresarse en hipótesis (vg. tipo particular de enunciado o proposición) que se convierten en objeto científico en el sentido amplio de ese término, y por ende sujeto a todos los rigores y controles lógicos, experimentales, estadísticos, etc. Por último, el gráfico señala una instancia que representa a una serie de criterios de plausibilidad que no solamente actúa filtrando las hipótesis enunciables, sino que actúa ya filtrando el campo de lo imaginable (al respecto ver Cap. 1).


    En síntesis, existe un primer momento en un nivel psicológico-cognitivo, donde se generan hipótesis que no son sino atribuciones imaginísticas sobre el mundo, y que en última instancia actúa como materia prima de cualquier conocimiento público y declarado que surja a posteriori. En la medida en que tales procesos se hallan constreñidos por principios lógicos y de realidad, puede concluirse que esta tesis no implica ningún idealismo "desaforado".
    Respecto al segundo tema, ilustrado en la fig. 9, en primer lugar sintetizo el tratamiento realizado por E. Nagel (1978 [no confundir con T. Nagel]) sobre el estatuto gnoseológico de las teorías científicas. Según este autor existirían básicamente tres concepciones: a) la realista, que atribuye realidad a los términos teóricos; b) la descriptivista, que argumentaría que la función básica de la ciencia es describir y no explicar 'forjando hipótesis'; y c) la instrumentalista, que sostiene que los términos teóricos sólo consisten en mecanismos o reglas de inferencia para ampliar el dominio lógico-conceptual de las teorías, sin comprometerse con la realidad de sus denotados (adviértase que lo conserniente al presente tema ya ha sido profusamente tratado en el apartado III.4).


    Por mi parte, sostengo que existe una estrecha relación entre los propósitos de quien investiga y la adhesión a alguna de estas concepciones. Así, cuando el metapropósito es conocer y el explicar se convierte en un instrumento del comprender es casi inevitable adscribir a la concepción realista. De igual manera, creo que existe una relación estrecha entre la concepción instrumentalista y la prediccion como punto final de la ex[plicación al servicio definitivo de operar sobre la realidad.
    En la medida, en que participo de la idea de que la mente existe y que el objetivo fundamental y final de la psicologia radica en lograr comprenderla, he entendido que la imaginación es uno de los principales aliados en esa ruta: por eso esta tesis.
  9. Síntesis del capítulo

    En este capítulo se trataron las relaciones entre Psicología e imaginación. Se comenzó por enunciar la tesis que afirma que la Psicología es la ciencia de generar imágenes plausibles sobre lo mental, la cual fue categorizada como una definición hiperbólica de Psicología; entendiendo por ésto aquellas que enfatizan un determinado aspecto del objeto de referencia.
    En la medida en que el concepto de imaginación resultaba central a la tesis se empezó por tratar sus diversos significados. Al respecto, se repasaron algunas definiciones preliminares, se revisó la distinción entre imaginación reproductiva y productiva y se advirtió sobre la necesidad de diferenciar entre los productos imaginísticos sobre los cuales pesan juicios de existencia de aquellos donde ello no ocurre. Se sugirió que tal distincion podría servir como un criterio para diferenciar la imaginación científica de otras variedades. En esa línea de análisis, también fue necesario diferenciar entre los constructos hipotéticos caracterizados y aquellos indeterminados, lo que en términos de imaginación era simétrico entender en términos de imágenes específicas vs. imágenes genéricas o esquemáticas. El meollo de la cuestión, por cierto bastante ardua, se relacionaba con la propuesta de un marco conceptual clarificador a la hora de explicitar si se asume o no existencia para los productos imaginísticos expresados como construcciones teóricas hipotéticas.
    Luego, se explicó una clasificación de imaginación -grandemente inspirada en algunas ideas del T. Nagel- basada en la naturaleza ontológica del producto imaginístico. En ésta se distingue entre una imaginación de tipo perceptual, aplicable al universo físico; una imaginación simpatética aplicable al ámbito psicológico; y -por último- una de carácter simbólico, engendradora de productos en el plano lógico.
    Luego se analizaron, las operaciones cognitivas involucradas en el estudio de la mente donde, además de la percepción y la imaginación espacial, se destacW especialmente la importancia de la imaginación simpatética mediatizada por los otros tipos de imaginación y por reglas operatorias de inferencia, entre las cuales el razonamiento por analogía ocupa un lugar destacable. En ese sentido, luego de discutir en particular las relaciones entre esos diferentes tipos de imaginación, se postuló que hacer Psicología básicamente consiste en imaginar lo mental en términos de imaginación simpatética, atribuyendo existencia a esos productos.
    Acto seguido, se presentó una modelizacion de todo ello.
    Más adelante, se analizaron las implicancias de la tesis, tanto en términos de implicancias lógicas como pragmáticas. Dicha tarea se realizó proponiendo dos categorías conceptuales de productos imaginísticos utilizados en Psicología: las metáforas y los experimentos imaginarios. Lo que se intentó mostrar fue, por un lado, en qué medida, en diversos ámbitos de la Psicología, se operaba conforme a la tesis; y, por otro lado, se trató de ofrecer una idea respecto a cómo habría que operar consecuentemente en términos prospectivo-pragmáticos.
    Hacia el final, se propuso una caracterización de la tesis en términos epistemológicos. Al respecto, se argumentó que aquella se enrola en la denominada posición realista de las teorías científicas, de acuerdo a la clasificación propuesta por E. Nagel en base a su estatuto gnoseológico. En este sentido, se argumentó que la tesis fundamentalmente posee un valor heurístico, y por ende se la circunscribe al contexto de descubrimiento, de acuerdo a la ya tradicional distinción de Reichenbach.
    Por último, se señaló la filiación entre su contenido, el estatuto de las teorías y los propósitos de quien escribe, concluyéndose que: cuando se asume que la mente existe y el objetivo final es conocerla, la imaginación es un aliado insustituible en esa empresa. Este es, entonces, el justificativo final de la tesis.

                      Referencias

                      1. .
                      2. Parte de este presente capítulo se inspira en el trabajo: "la psicología es la ciencia de producir imágenes plausibles sobre lo mental" (González y Minervino, 1992) presentado en las jornadas académicas ¿Qué es la Psicología?, ya referidas en el capítulo 1.
                      3. El concepto es difícil véase: Sartre. Un importante tratamiento del significado psicológico puede encontrase en: Kogan Filosofía de la imaginación. Para en la psicología cognitiva véase Kosslyn y Pylyshyn.
                      4. Velasco Suarez.
                      5. A lo largo del libro, aparecerá reiteradas veces el calificativo "ingenuo" aplicado a tópicos tales como física, mentalismo, etc. La expresión adquiere significados precisos en cada caso. Sin entrar en consideraciones más técnicas sobre el asunto, puede señalarse que en su significado básico "ingenuo" alude a las concepciones del hombre corriente y a la fenomenología de su vida cotidiana; en síntesis, a un saber no tematizado por teorías científicas o filosóficas.
                      6. .
                      7. No me refiero a la orientación en acto sobre el espacio, fenómeno tratado por Piaget bajo el concepto de grupo práctico de los desplazamientos, en el contexto de las operaciones sensorio-motrices sino al mapa reflexionado, es decir el que puede hacerse explícito en el icono.
                      8. Con respecto a la hipótesis de la reaparición dice Neisser: "La noción de la información almacenada consiste en ideas, suspendidas en un espacio apacible, del cual ocasionalmente se les despierta, tiene una historia muy larga en Psicología. Parece tan importante -y tan equivocada- que merece un nombre especial. Aquí la denominaremos "hipótesis de la reaparición", puesto que implica que la misma "memoria", imagen u otra unidad cognoscitiva puede desaparecer y reaparecer una y otra vez sucesivamente" (pág.. 320). Más adelante agrega: "Asimismo, uno no recuerda objetos o respuestas simplemente porque existan huellas de ellos en la mente, sino hasta después de un elaborado proceso de reconstrucción (el cual generalmente utiliza la información almacenada relevante)" (pág.. 324). Respecto al antecedente de Bartlett, antes ya lo había citado en ésta: "...La descripción de las memorias como "fijas y sin vida" es simplemente una ficción desagradable (...) La memoria en si es constructiva" (pág. 318).
                      9. Nota: Piaget (1973) lo dice claramente: "Erikson sostuvo al respecto una tesis muy interesante: el presente afectivo está bien determinado, como lo mostró Freud, por el pasado del individuo pero el pasado está reestructurado sin cesar por el presente. Esto es profundamente cierto para los sistemas cognoscitivos y es por ello que la toma de conciencia, en parte, es siempre una reorganización y no una traducción o una evocación. Pero la tesis de Erikson comporta, entonces, una elección entre las dos interpretaciones posibles de la memoria y, más precisamente, la necesidad de adoptar la segunda interpretación. La primera consiste en considerar los recuerdos tal cual son en el inconsciente, donde la evocación iría a buscarlos voluntariamente, sin que por ello se modifiquen o se reorganicen. La segunda interpretación, por lo contrario, admite que toda operación de memoria de evocación comporta una reorganización; dicho de otra manera, la memoria trabaja como un historiador que, apoyándose sobre algunos documentos, siempre incompletos, reconstruye el pasado en parte deductivamente." (Piaget, 1973, pág. 47).
                      10. También en Psicoanálisis, se han sugerido algunos conceptos análogos sobre la memoria, aunque sin llegar a constituir una crítica generalizada al concepto de imaginación reproductiva. Por ej., Laplanche y Pontalis (1979), al tratar el concepto de retroactividad (o resignificación) hacen la siguiente cita de Freud: "(...) trabajo sobre la hipótesis de que nuestro mecanismo psíquico se establece por estratificación: los materiales existentes en forma de huellas mnémicas experimentan de vez en cuando, en función de ciertas condiciones, una reorganización, una reinscripción" (pág. 406). Sin embargo, al tratar el concepto de "huella mnémica" y luego de destacar algunos aspectos que involucran una dimensión dinámica de la noción concluyen así: "Conviene señalar, sin embargo, que la forma en que Freud, en sus escritos ulteriores, habla de las huellas mnémicas (utilizando a menudo como sinónimo el término "imagen mnémica") muestra que se vio inducido, cuando no aludía al proceso de su formación, a hablar de ellas como de reproducciones de las cosas en el sentido de una psicología empírica" (pág. 186).
                      11. Hay sin embargo otras interpretaciones de los resultados de la experiencia, aunque más bien complementarias que alternativas. Yo he esbozado ésta: ciertos casos de memoria evocativa, sobre todo aquellos relacionados con episodios (lo que en psicología cognitiva se denomina memoria episódica, en distinción de la memoria semántica), seguirán un proceso bi-etápico: en la primera etapa, a la manera de un zoom cinematográfico, se "tomaría" la escena desde el exterior haciendo "foco" sobre uno mismo como sujeto de la experiencia (y ésto corresponde al final del análisis que hace Siegel); en una segunda etapa se pasaría -por así decirlo- a "habitar" el cuerpo, adoptándose el punto de vista de uno como sujeto de la experiencia. (nótese de paso, la analogía el proceso así descrito y ciertos aspectos del lenguaje cinematográfico, como cuando en la secuencia: panorámica, que proporciona la referencia general de la situación; foco sobre el personaje; foco sobre los aspectos de la situación supuestamente percibidos por el personaje). Sin embargo, llegado a ese punto recién comienza el problema del carácter reconstructivo de lo que "ahora percibe" este sujeto de la imaginación posicionado como el de la experiencia perceptiva real. En síntesis, el sentido de esta interpretación vale, en todo caso, para señalar hasta qué punto son capaces de llegar los procesos de reconstrucción mnémica.
                      12. En gnoseología se ha definido el concepto de "mundos posibles" para tratar este tipo de cuestiones, pero no es posible aquí adentrarnos en ese nivel de análisis.
                      13. No obstante, existen otros aspectos más sutiles, pero que seria necesario analizar. Uno de ellos se expresaría en esta pregunta: ¿Los tipos de imaginación reproductora y combinadora, tal como fueron definidos e independientemente de otras clasificaciones, agotan el repertorio de los productos de la imaginación? En otras palabras: ¿existen casos límites, o que no corresponda conceptualizar en esos términos? Aunque no sea posible aquí avanzar una respuesta sí puede precisarse el carácter de la sutileza. Tomemos el análisis de un ejemplo muy útil: la noción de objeto permanente; es decir, la idea de que los objetos siguen existiendo aún cuando no estén dentro de nuestro campo perceptual (lo que puede entenderse como la versión en el plano psicológico de lo que Berkeley planteara en un nivel filosófico). Sin juzgar lo que podría denominarse el status estructural de la noción (ésto es su naturaleza, posición relativa y relaciones funcionales dentro de las estructuras generales de la inteligencia, especialmente tal como el tema ha sido tratado por la escuela de Ginebra) centrémonos en que en una situación concreta la noción implica, aunque sea en forma descriptiva, imaginar la existencia de algo, aunque no lo percibamos. Empecemos por un caso trivial: las llaves que hace diez minutos guardé en un cajón y ahora me dispongo a buscar. Durante este tránsito esas llaves se hallan determinadas en mi conciencia a modo de -llamémoslo así- un objeto imaginístico. Si dejamos de lado el análisis respecto a cuán parecido o diferente resulta este objeto en relación al objeto percibido, habrá que convenir que se está ante un caso de imaginación reproductiva (en la medida en que no estoy imaginando que en el ínterin esas llaves de hierro podrían haberse oxidado o transformarse en oro, o doblado, o destruido, etc.) Sin embargo, literalmente hablando, si bien mi objeto imaginístico actual está determinado por mi percepción o mi imagen previa, ahora no se refiere más a ello sino a algo ...
                      14. Nuevamente, el término "posible" es utilizado en sentido amplio, en la línea de probable, factible, plausible; aquello que no engendra posibilidad lógica ni fáctica.
                      15. Aquí me aparto definitivamente de Musso, y si se me permite la licencia me acerco a quienes plantean una analogía entre la labor del detective y la del científico; véase por ej. Copi (1972) cuando propone a Sherlock Holmes como caso paradigmático del proceso de elaboración deductiva de las hipótesis y del llamado razonamiento retroductivo.
                      16. La referencia a esta categorización, aparece en el artículo: "¿Cómo es ser murciélago?" donde el autor hace un análisis crítico de las pretensiones de la inteligencia artificial. En la medida, en que el tema de la imaginación no era central, el tratamiento del tema fue muy escueto; no más de lo que he transcripto en el texto. Respecto a la imaginación simbólica, el comentario es lacónico: "No trataré aquí el tema de la imaginación simbólica". Lamentablemente no he podido acceder al trabajo original, porque no aparece citado. En ese sentido se justifica mi afirmación: "la presento (a la clasificación de Nagel) ampliada y con sustanciales agregados". El principal agregado es respecto al significado de imaginación simbólica, de mi absoluta interpretación personal, independientemente de que pudiera coincidir o no con el original no localizado.
                      17. La mención a este criterio tampoco se halla declarada en la citada fuente, pero la adopté porque me pareció que se ajustaba al espíritu de lo que allí se decía.
                      18. .
                      19. .
                      20. De paso he insistido con un término distinto, aunque parecido a "empático" para diferenciar ambos términos dentro de su familia semántica.
                      21. Al respecto de todo lo anterior conviene otra cita de Nagel, quizás en parte polémica:"Quizás sea más fácil de lo que yo me imagino trascender barreras entre la s especies con ayuda de la imaginación. Por ejemplo, los ciegos son capaces de detectar objetos próximos mediante una forma de sonar, (...) etc. Quizás si supiéramos cómo es ésto, podríamos por extensión imaginar aproximadamente cómo es poseer el sonar más aproximado de un murciélago. La distancia entre nosotros y otras personas y otras especies puede situarse en cualquier punto de un "continuum". Aún para muchas personas la comprensión de cómo es ser ellos es sólo parcial y cuando pasamos a especies diferentes de la nuestra es probable, con todo, un grado de comprensión parcial aunque menor. La imaginación tiene una flexibilidad notable" (Citado en Hofstadter, op. cit.).
                      22. Al respecto véase: Gardner (1985) donde se reseñan el estado de la polémica en torno al estatuto epistémico de las imágenes, y las críticas al tipo de experiencias como las referidas.
                      23. Por último, Rouquette tampoco concede valor a la afirmación de la incertidumbre con propósitos didácticos en el contexto de un espacio metafórico. En tanto la concibe literalmente como una tautología lógica parece entenderla como auténtica "tautología psicológica", según sus términos: "como la afirmación de un no-saber", Sin embargo, creo que desde el punto de vista de la pragmática del lenguaje puede terminar teniendo el valor heurístico de la pregunta: ¿por qué?

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